Los centros de acogida para migrantes a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México están alcanzando su capacidad máxima mientras Estados Unidos se prepara para el final del Título 42. Con el aumento de inmigrantes, principalmente procedentes de Venezuela, las autoridades y los grupos comunitarios están preocupados por cómo gestionar la afluencia. La administración Biden afirma haber preparado estrategias para la situación, pero los críticos sostienen que es necesario hacer más. El fin del Título 42 podría acarrear más complicaciones para los inmigrantes y las comunidades que los apoyan.
En Brownsville (Texas), en la frontera entre Estados Unidos y México, unas tiendas de campaña blancas dan cobijo a decenas de venezolanos que esperan entrar en Estados Unidos. Con el inminente fin del Título 42, una política promulgada durante la pandemia de coronavirus, los refugios de migrantes a lo largo de la frontera están alcanzando su capacidad máxima. Esta ley permitía a Estados Unidos expulsar rápidamente a los migrantes en respuesta a problemas de salud pública. Sin embargo, a medida que disminuyen las restricciones, se teme que aún más migrantes intenten cruzar la frontera sur.
Desde mediados de abril, unos 30.000 migrantes, en su mayoría procedentes de Venezuela, han entrado en Estados Unidos por la zona de Brownsville. Se trata de un aumento drástico con respecto a los 1.700 migrantes que los agentes de la Patrulla Fronteriza encontraron en las dos primeras semanas de abril. En El Paso, las autoridades se enfrentan a otra oleada de migrantes, temiendo que miles más estén esperando para cruzar.
El Secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, visitó el sur de Texas la semana pasada y aseguró que están preparados para un aumento repentino de migrantes. Sin embargo, también reconoció la difícil situación en la frontera. El gobierno estadounidense ha estado trabajando con México para abordar el problema y espera un cambio «muy pronto».
La estrategia de la administración Biden para hacer frente al fin del Título 42 consiste en proporcionar más vías legales para que los inmigrantes entren en EE.UU. sin arriesgarse al peligroso viaje hasta la frontera. Esto incluye la creación de centros en países extranjeros para que los inmigrantes soliciten la emigración y la puesta en marcha de un proceso de libertad condicional humanitaria con 30.000 plazas al mes para personas de cuatro países a partir del 12 de mayo.
A pesar de estos esfuerzos, la estrategia se ha enfrentado a las críticas de grupos defensores de los derechos de los inmigrantes, que argumentan que el derecho a solicitar asilo en suelo estadounidense es sacrosanto. También hay impugnaciones legales a la norma propuesta que limita el asilo, y los estados de tendencia republicana pretenden detener el uso de la libertad condicional humanitaria a gran escala por parte del gobierno.
A medida que se acerca el final del Título 42, las comunidades y organizaciones que ayudan a los inmigrantes recién llegados están preocupadas por las consecuencias. La hermana Norma Pimentel, que dirige el mayor refugio del sur de Texas, expresó su preocupación por la falta de conexiones que muchos migrantes venezolanos tienen en Estados Unidos, lo que dificulta su traslado a su próximo destino.
El gobierno federal ha proporcionado ayuda financiera a las comunidades fronterizas para hacer frente al aumento de inmigrantes. Sin embargo, los críticos, como la senadora Kristen Sinema, afirman que el gobierno no se está comunicando eficazmente con los funcionarios locales sobre qué esperar o si habrá transporte disponible para los migrantes.
Con el fin del Título 42, la incertidumbre se cierne sobre la frontera entre Estados Unidos y México. Los migrantes y las comunidades que los apoyan deben prepararse para los retos que se avecinan.