Venezuela vive en una oscuridad continua que no se remonta a 2009, cuando se habló por primera vez de la crisis energética. Este caos viene desde 1999, cuando el país -de la mano de Hugo Chávez- se sumergió en este abismo socialista. Así han pasado 22 años
La oscuridad volvió a envolver a Venezuela. El apagón que se registró desde el pasado viernes a las 2:00 de la madrugada trae consigo un sabor amargo de desidia. (PanAm Post)
Y es que con Nicolás Maduro las cosas no han cambiado. Si algo ha sucedido es que la cantidad de maldad, corrupción, injusticia y, por supuesto… ineptitud se ha amplificado. Desde la creación de la cartera de Energía Eléctrica, han pasado nueve ministros por este despacho. Cada uno más ineficaz que el anterior.
Entre los más recordados están Ángel Rodríguez, quien con pocos meses en el cargo implementó el racionamiento eléctrico en Caracas, medida que le valió el desprecio de los capitalinos y su salida del cargo; Jesse Chacón, soldado de confianza de Hugo Chávez, también estuvo a cargo de esta cartera, para luego ser trasladado a Austria en el cargo de embajador; y Luis Motta Domínguez, quien fue incluido en la lista negra de Estados Unidos junto a Eustaquio José Lugo Gómez, bajo acusaciones de aceptar sobornos a cambio de la adjudicación de contratos con la empresa Corpoelec durante su gestión.
La cabeza de Motta Domínguez vale hoy cinco millones de dólares. El 30 de septiembre de 2020, la DEA publicó un cartel en el que ofrecía dicha recompensa por cualquier información que permitiera su captura. A cargo de estas personas estaba el cuidado y mantenimiento del embalse de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar y del Sistema Eléctrico Nacional, son ellos y sus secuaces de las Hordas Rojas, quienes han terminado por socavar el sistema eléctrico del país.
Sin embargo, para el chavismo las causas de estos abusos contra los ciudadanos están lejos de sus filas. Las opiniones de expertos e ingenieros eléctricos que reiteran que los apagones se deben a la falta de inversión y mantenimiento en las plantas de suministro son sistemáticamente ignoradas. Siempre son otros. Siempre está el ataque en la acera de enfrente. Siempre hay un culpable y un factor externo. Siempre hay una excusa… Siempre.
En el caso de este nuevo apagón, Néstor Reverol, que actualmente dirige este Ministerio y que también ha sido sancionado por Estados Unidos, recicló la excusa de que fue un «atentado». Sin embargo, no aclaró qué tipo de ataque o sabotaje se habría producido. Mucho menos dio una estimación concreta de cuánto tiempo se tardaría en restablecer el servicio en los hogares venezolanos.
Reverol para hablar de este tema exacerbó su vena partidista: se limitó a decir que se trataba de un «ataque» con características similares al que curiosamente también se produjo en 2019, cuando en marzo de ese año, en Venezuela se registró el mayor apagón eléctrico de la historia del país. Una situación que duró entre cinco y siete días seguidos en algunos estados.
El saldo que dejó este apagón hace un par de años fue alarmante. Hubo graves problemas en hospitales, clínicas e industrias. El transporte también se vio afectado, al igual que el servicio de agua. Esto provocó múltiples saqueos en el país, principalmente en el estado Zulia. De nuevo, en sus diversas formas, hubo malestar, rabia… el hastío de vivir en la miseria.
Hoy, la oscuridad volvió a envolver a Venezuela. El apagón que se registró desde este viernes a las 2:00 de la madrugada, trae consigo un sabor amargo de desidia. Los habitantes de Caracas, así como de diferentes zonas de los estados Zulia, Mérida, Carabobo, Miranda, Lara, Aragua, Apure, Anzoátegui, La Guaira, Bolívar, Nueva Esparta, Barinas, Trujillo, Sucre, Táchira, Falcón, Yaracuy y Portuguesa denunciaron la irregularidad.
Las declaraciones no dejan de sucederse. Reverol, por un lado, hablando de las conspiraciones de manual preparadas en el guión chavista. Por el otro, la oposición aprovechando de capitalizar un poco el descontento que antes se percibía como apatía por sus propuestas, que aún es evidente. Pero al final, estas dos caras de la moneda siguen sin ofrecer una solución palpable, ya sea local o nacional, a un problema que lleva más de dos décadas. Pero, lamentablemente, este camino de oscuridad parece estar lejos de terminar.