La ayuda a los países en conflicto debe ser estable para atajar la violencia, dice la OCDE

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Nairobi, 30 nov (EFE).- La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recomendó hoy que la ayuda al desarrollo dirigida a los países «frágiles» o en conflicto sea a largo plazo y mejore sus estrategias financieras para atajar la violencia.

«El mundo se ha convertido en un lugar más peligroso que hace unas décadas», destacó el vicesecretario general de la OCDE, Douglas Frantz, durante la presentación hoy en Nairobi de un informe que alerta de que la «violencia está al alza y es más compleja».

«Cada cinco minutos, un niño muere en el mundo a causa de la violencia», alertó Frantz, que pidió a la comunidad internacional prestar más atención a los países en conflicto.

En el estudio «Estados de Fragilidad 2016», la OCDE identifica 56 «contextos de fragilidad», lugares donde se combinan una exposición al riesgo o conflicto y la incapacidad política y social para resolverlo.

«Nuestro éxito para erradicar la pobreza dependerá de nuestra habilidad para hacer frente a los desafíos que presenta la fragilidad», subrayó el vicesecretario de la OCDE.

Cerca de 1.600 millones de personas, el 22 % de la población mundial, vive en Estados considerados «frágiles», y se espera que para 2050 su número aumente hasta el 32 %, unos 3.000 millones.

«Los más pobres del mundo serán los primeros en enfrentarse a los grandes desafíos de nuestro tiempo», alerta el informe.

La OCDE presentó su estudio en el marco del Encuentro de Alto Nivel de la Asociación Global para la Cooperación al Desarrollo Eficaz que se celebra esta semana en la capital keniana.

Para que sea efectiva, la cooperación en los países azotados por el conflicto debe ser a largo plazo y centrarse en las causas que originan la inestabilidad y no en situaciones de emergencia o «apagar fuegos», como se hace en la actualidad, denuncia la OCDE.

«El estudio envía una claro mensaje: muchos países sufren situaciones de fragilidad y no tienen una financiación adecuada. Esto tiene que cambiar», advirtió la viceministra de Cooperación de Honduras, María del Carmen Nasser.

Los flujos financieros hacia países frágiles (ayuda al desarrollo, remesas e inversiones extranjeras) aumentaron un 206 % entre 2001 y 2014.

En conjunto, esta financiación superó los 2.000 billones de dólares, de los que el 32 % fue ayuda al desarrollo. Aunque la principal partida fueron las remesas, el 43 %, este dinero no suele repercutir en una mejora de la estabilidad en estos países.

«Si queremos que la ayuda oficial al desarrollo sea útil, necesitará ser suficientemente predecible, flexible y a largo plazo», insiste el documento.

La «fragilidad» afecta a países de todos los niveles de renta, incluso de ingresos medios-altos como Angola, Venezuela, Irak o Libia, aunque la mayoría tiene gobiernos autoritarios o democracias fallidas, revela la OCDE.

La compleja interacción entre fragilidad y violencia requiere un cambio en el paradigma internacional, ya que hasta ahora se han tratado más los síntomas que las causas, defiende la organización.

Aunque la fragilidad puede venir de carencias o problemas económicos, medioambientales, políticos o sociales, la inseguridad y la violencia siguen siendo uno de sus principales factores.

En los últimos 15 años, 53 países se han visto afectados por alguna forma de violencia política, lacra que sufre casi la mitad de la población mundial, 3.340 millones de personas.

En conjunto, la violencia tiene un impacto sobre la economía global de 13,6 billones en 2015, equivalente al 13,3 % del PIB mundial y a 1.876 dólares por persona en el mundo, según el Institute of Economics and Peace (IEP).

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