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Hay mucha piratería en la crítica actual de parte y parte. Más tiempo y dinero está invirtiendo el Estado en mediáticas ineficaces o, para decirlo en dos platos, en bla blaes vulgares y hasta de alta retórica, que en la toma definitiva de medidas acordes con la magnitud y urgente resolución de la presente crisis económica que en cada segundo se amplifica, se consolida y por sí misma nos augura males mayores, y conste que no estamos agoguerizando nada.
El Estado (léase el pueblo mismo) pareciera no darse cuenta de que el poder económico sin lugar a dudas representa la estructura básica de todo país burgués, que las mercancías son las células de su vitalidad. Esta verdad verdadera sencillamente significa que sin el control pleno de ese poder toda la economía seguiría, cual Tierra gaguileana, moviéndose al compás que dicte la burguesía, y en consecuencia no habría forma pacifica de detenerlo porque sencillamente no se trata de una lucha entre personas, entere líderes de un bando con otro u otros, no; de los que se trata es de un sistema que se caracteriza por tener como disciplinados «soldados» defensivos precisamente a los proletarios, a toda aquella persona que para salir de sus miseria se mete, por ejemplo, a ladronzuelo o a bachaquero que viene a ser lo mismo, y sin que nadie lo detenga, absolutamente nadie-salvo el pueblo en rebeldía.
El sistema, repetimos, cuenta como soldado al comerciante burgués que maneja las armas más poderosas como son las mercancías cargadas de plusvalía.
Lo ejemplos que por miríadas y durante unos 60 años deja Fidel-el burócrata con más años guiando a su pueblo, como quizás ninguna otra persona en la histporia de la humanidad, bíblica y prebíblica-, parecen no ser asimilados por la gente de izquierda de esta sociedad burguesa, particularmente cuando estamos hablando de una considerable porción de proletarios por demás prasitarios como han sido los que se formaron bajo regímenes donde los gobernantes robaban y dejaban robar.
Por el contario, el proletario cubano prefideliano y fideliano fue trabajador a brazo partido como cañicultor esclavizado, por ejemplo. De allí, pues, su rebeldía en bloque proletario unido.
Nosotros, en una volumen considerable, hemos sido trabajadores con una paupérrima formación obreril, tan rentistas del y alimentados por el Estado como lo fueron los que se disfrazaron de empresarios para llevarse las «migajas» que les dejaban las trasnacionales del petróleo, de minerales en general y de otros rubros de exportación.
En situaciones de «guerra»-de crisis-no puede el Estado maniatarse las manos con el mismo Derecho y sus leyes hechas para tiempos de paz y estabilidad económica; hacerlo ha sido y será un craso y lamentable error estadista, ya que el enemigo-lo dijimos-no son personas de carne y hueso, son personalidades de férrea constitución.
28/11/2016 9:08:08 a.m.
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