“La Jornada mundial de los pobres, un signo para todos”

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No todos pueden decir que han tenido una idea y después se la encuentran escrita en una Carta apostólica del Papa. Pero Etienne Villemain invita a ver mucho más allá: «No creo que se haya tratado solo de una propuesta nuestra: fue el Espíritu Santo quien nos lo sugirió…».

Etienne es el fundador de «Lazare», asociación francesa que desde hace más o menos una década reúne a jóvenes que decidieron abrir las puertas de sus casas a algunas personas sin hogar. Tenía veinte años cuando, con un amigo, lo hizo por primera vez; en la actualidad existen 18 de estas casas en París, en las que viven 300 personas, entre «homeless» y jóvenes voluntarios. Fueron todos ellos el alma de «Hermano 2016», el peregrinaje que llevó a Roma el fin de semana del 11 al 13 de noviembre a más de 4000 personas sin hogar de 22 diferentes países europeos.

En el número 22 de la Carta apostólica post-jubilar «Misericordia et misera» Papa Francisco escribió que el encuentro con todos ellos le sugirió la idea de instituir la Jornada Mundial de los Pobres, como signo concreto de la herencia del Año Santo de la Misericordia. Una jornada que a partir de ahora será celebrada cada año en la Iglesia durante el XXXIII domingo del tiempo ordinario, un domingo antes de la fiesta de Cristo Rey. Y justamente Villemain, al presentarle a «sus amigos» al Papa en el Aula Pablo VI, se lo preguntó expresamente: ¿no podría la Iglesia instituir una Jornada mundial de los pobres?

«Sentí una alegría increíble y una gran sensación de paz al leer ese pasaje de la Carta apostólica —cuenta. En nuestras comunidades, vemos normalmente a los pobres a las puertas de la iglesia. Pero su lugar es en el corazón de la iglesia. Nos lo dijo Jesús: lo que le hagan a uno de ellos, lo habrán hecho a mí. Por ello esto es lo que significará celebrar la Jornada mundial de los pobres. Comprendiendo que no podemos solo ser cristianos por tradición, seguir a Jesús significa hacer que entren los pobres en nuestras vidas».

La decisión que tomó Francisco, de alguna manera, es la conclusión de un camino: desde octubre de 2014 «Lazare» promovió un primer peregrinaje al Vaticano, en el que participaron 200 personas sin hogar de Francia. También en esa ocasión el Papa los recibió. «Todos quedamos muy sorprendidos en aquel primer encuentro —dijo Villemain. Ese día vi a personas profundamente tocadas por el amor de Dios. Me quedaron impresas las palabras de una mujer que en el viaje de regreso me dijo: “Es cierto yo no tengo una casa para mí. Pero ahora tengo un lugar en el corazón de Jesús».

Así, para el Año Santo, nació la idea de «Hermano 2016», un peregrinaje internacional guiado por el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon y gran amigo de «Lazare». El viernes 11 de noviembre, en la audiencia en el Aula Pablo VI, además de la propuesta de la Jornada, llegó el fuerte gesto del Papa rodeado por personas sin hogar. Todos rezaban juntos y Francisco tenía las manos de todos sobre sus hombros. Un ícono de lo que significa dejarse tocas por los pobres. «Dos días después tuve la ocasión para saludar de nuevo al Papa, antes de la Misa en San Pedro —continuó el fundador de «Lazare». Y allí también volví a la carga: “Santidad, ¿usted estaría a favor de organizar la Jornada mundial de los pobres?”. Él sonrió y me respondió: “Sí”. Después comenzó la Misa y durante la homilía añadió estas palabras: “Quisiera que hoy fuera la Jornada de los pobres”».

¿Por qué este signo tan importante? «Porque ayudará a comprender que la gente de la calle no es un problema de los pobres; es un desafío que nos interpela a todos —responde Etienne. Solamente haciendo las cuentas con ellos Europa podrá volver a encontrar las raíces cristianas. Encontrar a los pobres quiere decir encontrar a Cristo. Abriéndoles la puerta descubrimos que también nosotros mismos somos pobres, y de esta manera nos ponemos en condiciones para encontrar verdaderamente a Jesús».

Y ahora se espera el domingo 19 de noviembre de 2017, cuando se celebre oficialmente y por primera vez la jornada. «La idea es que en cada nación haya momentos de encuentro con los pobres —explicó. Claro, después habrá algunos que la vivirán con el Papa; pero lo importante es que la Jornada involucre verdaderamente a cada Iglesia local. Que sea una cita para que todos reflexionen sobre los pobres y para que recen con ellos».
 

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