Las energéticas se alistan para un futuro con demanda decreciente de petróleo

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La petrolera europea MOL Group envió este mes un enfático mensaje a los inversionistas: la demanda de combustible en mercados clave se dispone a caer.

La demanda máxima de combustible (o peak oil demand en inglés) es un escenario que los productores globales, como Royal Dutch Shell PLC y la estatal Saudi Aramco, han anticipado en forma sigilosa. MOL, no obstante, cuenta con uno de los planes más explícitos para abordar el fenómeno, un reflejo de cómo el panorama puede cambiar para los grandes proveedores de energía durante la próxima década.

La empresa húngara se ha replanteado su énfasis tradicional en la provisión de combustible y trasladado inversiones hacia los petroquímicos, el ingrediente clave de los productos de plástico y un sector que, en opinión de la compañía, seguirá en expansión más allá de los problemas que atraviese el negocio de combustibles.

Aunque habrá clientes que compren el combustible de MOL, la empresa estima que la demanda se estancará pronto y empezará a caer en los mercados europeos alrededor de 2030. “Consideramos que es inevitable”, dice Jozsef Simola, su director financiero.

Los grandes protagonistas del mercado de crudo, como Exxon Mobil Corp., BP PLC y Arabia Saudita, que encabeza los esfuerzos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para apuntalar los precios, también prevén cambios importantes en la demanda, aunque no existe un consenso sobre cuándo ocurrirán y las medidas que han tomado han sido paulatinas. Estos actores han aumentado su inversión en petroquímicos, extraído más gas natural, reducido costos e incursionado en energías alternativas, como la solar, con el fin de diversificarse.


El director financiero de Shell, Simon Henry, causó revuelo en octubre cuando indicó que la empresa proyecta un punto máximo en la demanda en entre cinco y 15 años. Las últimas proyecciones de la energética anglo-holandesa apuntan a una estabilización del consumo hacia el final de ese lapso.

La estatal China National Petroleum Corp. publicó discretamente hace unos meses un informe en el que proyecta que el consumo chino de petróleo, uno de los motores del crecimiento en las últimas décadas, empezará a descender en el tercer trimestre de 2030 o incluso antes. Se prevé que la demanda global siga la misma trayectoria.

La Agencia Internacional de Energía (AIE), que asesora a los países industrializados sobre temas de política energética, estima que el escenario más probable es que el consumo seguirá subiendo durante décadas. Tal panorama, sin embargo, cambia radicalmente si los gobiernos intervienen para limitar el calentamiento global a menos de dos grados centígrados con políticas más estrictas como impuestos a las emisiones de carbono, severas restricciones a los gases contaminantes y la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles. Si ello ocurre, la demanda de crudo alcanzaría su punto más alto dentro de los próximos 10 años, según la AIE.

“La pregunta tiene más que ver con cuándo pasará, que con si pasará”, señaló Dominic Emery, vicepresidente de BP para planificación de largo plazo y política, durante la Cumbre de Energía organizada por The Economist y realizada este mes en Londres. BP calcula que la demanda petrolera empezará a caer a finales de la década de 2020 si se promulgan restricciones más estrictas a las emisiones.

No todos están convencidos. Exxon prevé que el consumo seguirá en aumento hasta 2040, aunque a un ritmo decreciente. La OPEP, por su parte, considera que la demanda crecerá más allá de 2040, aunque reconoce que las nuevas tecnologías y la campaña para contener el cambio climático podrían hacer que el consumo alcance su máximo en las próximas tres décadas.

De todos modos, Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo y baluarte de la OPEP, está haciendo que su petrolera estatal invierta grandes sumas en plantas petroquímicas en todo el mundo. El reino trata de depender menos del petróleo, sacar a bolsa a Aramco para recaudar fondos para otros sectores y construir una nueva base para las energías renovables.

La demanda máxima de petróleo “ocurrirá después de las fechas comunes que están apareciendo mencionadas, pero si pasa estaremos listos porque estamos construyendo múltiples motores para la economía y estamos contemplando una economía más allá del petróleo”, dijo en una reciente conferencia del sector en Estambul Khalid al Falih, ministro de Energía saudita.

Escoger el momento adecuado y prepararse para la demanda máxima son aspectos fundamentales para las empresas petroleras. Los productores de energía podrían actuar con rapidez y adaptarse a cambios que no se concretarán sino hasta dentro de unos años. Las nuevas tecnologías y políticas, igualmente, podrían dejarlas vulnerables a los cambios que tengan lugar antes de lo previsto.

“Ambos lados acarrean riesgos”, dice Paul McConnell, director de estudios de tendencias globales de la consultora escocesa Wood Mackenzie.

Shell, Exxon y otras empresas están haciendo grandes inversiones en gas natural, un combustible fósil que genera menos carbono y, por ende, se puede beneficiar de los esfuerzos por recortar las emisiones globales. En China, cuya demanda ha apuntalado los mercados mundiales durante años, los gigantes de energía estatales se han volcado sobre el gas natural como un combustible con múltiples usos, desde la generación de electricidad hasta para propulsar automóviles.

Varias de las mayores petroleras del mundo también han puesto un mayor énfasis en fuentes de energía alternativa, como la solar y los biocombustibles.

La francesa Total S.A. pretende que 20% de su portafolio consista de negocios bajos en emisiones de carbono dentro de los próximos 20 años. La empresa no se ha referido al tema de la demanda máxima de petróleo.

La demanda ya pudo haber llegado a su punto más alto en algunas regiones. En Europa, por ejemplo, la AIE proyecta que el consumo caerá a 10,8 millones de barriles diarios a finales de la década, frente a los 11,7 millones de barriles alcanzados en 2015.

Esas son las cifras que están impulsando los cambios en empresas como MOL. “Llegar a un punto y decir que el futuro será distinto y tal vez tendremos que prepararnos para un mundo diferente (…) no fue fácil para personas como yo”, confiesa Ferenc Horvath, director del negocio de refinerías y petroquímicos de la compañía húngara.

Bradley Olson, en Houston, contribuyó a este artículo.

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