A estudiantes de LUZ les preocupa la deserción

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Andry Carvajal ingresó a la Universidad del Zulia (LUZ) en 2012. Como sus compañeros puso sus sueños a la orden de una casa de estudios que ha sido referencia nacional e internacional, de profesionales con niveles académicos competitivos. A muchos de ellos por diversas circunstancias los ha dejado de ver. Se han quedado en el camino. Piensa por un segundo para contarlos mentalmente: “Son 40”.

Durante las “guarimbas” del 2014 vivió su segundo paro, en 2013 ya había pasado uno y la escena se repitió en 2014. “No ha sido fácil, cada vez que a los profesores les deben algo de la contratación colectiva hay un paro”. Ya está en el décimo semestre y una de sus preocupaciones es la deserción universitaria.

El rector de LUZ, Jorge Palencia, habló del ausentismo y la deserción que se evidencia en cada aula de LUZ, en cada pasillo. Menciona que la fuga de los estudiantes ronda el 30 por ciento y aún peor detalla que el número de profesores que se han ido de manera formal es de 50. “Es que no todos dicen que se van. Piden permisos y no regresan”, comentó.

La entrevista de las causas de la deserción fueron directas a los estudiantes de mejores promedios de la casa de Jesús Enrique Lossada. Setecientos 68 de ellos fueron reconocidos en la semana del estudiante universitario por su promedio general del 2015. Entre 17 y 20 puntos están sus “notas”, aunque no es su ciente estar en el “cuadro de honor”.

Los paros, las protestas, la inseguridad, el poco funcionamiento de las rutas de transporte y de los comedores estudiantiles son las causas principales. Andry las ha vivido. Ha padecido la situación de cerca y aún más siendo foráneo porque vive residenciado, esperando cada fin de semana ir a Machiques, su ciudad de origen.

El sociólogo y profesor de LUZ, Ivers Carruso, lo ha evidenciado. Su percepción la describe por el índice de estudiantes que se inscriben. Dice que el porcentaje es muy bajo y que esto se debe a que el estudiante quiere ser más productivo en lo laboral debido a la situación del país y la universidad les demanda mucha presencia.

“También tenemos que sumarle que es un tema inherente a la institución el factor de la crisis, de seguridad, infraestructura que también, de alguna manera el estudiante busque otros espacios”. Carruso explica que las universidades privadas están full en sus horarios, lo que para él significa que debido a la composición socioeconó- mica del estudiante de LUZ, tiene una mayor necesidad que debe ser abordada mediante un trabajo.

Se cambian de universidad, se van del país o se ponen a trabajar, porque una de las razones por la cual abandonan es que no tienen dinero. Andry hace un inciso para comentar que también les preocupa la deserción de los profesores, porque no cuentan con la misma calidad de enseñanza.

Autoprotección

Para Carruso los estudiantes que se quedan hasta el final, como los reconocidos por sus índices académicos, buscan hacerse un espacio de autoprotección para consolidar sus proyectos.

El docente anexa que estos alumnos tienen una automotivación a pesar de que hay mucho talento que se está perdiendo por el privilegio que le brinda lo económico y que pasa por encima de lo educativo.

El vicerrector administrativo de la institución, Jesús Salom, señala que el fenómeno de la deserción se debe, en el mayor de los casos, al bajo poder adquisitivo que tienen las familias para costear los gastos del estudiante.

Para la decana de la Facultad de Humanidades y Educación, Doris Salas, las razones son otras. Manifiesta que la deserción aumentó el presente año luego de que el Gobierno decidiera asignar cupos sin valorar el instrumento vocacional.

“La Universidad tiene un instrumento que es la prueba LUZ, eso es un proceso tan válido científicamente que tiene el 98 por ciento de asertividad”, enfatiza que no lo están tomando en cuenta y por ello el alumno que quería estudiar medicina, está estudiando educación y esto termina siendo uno de los factores para que deserten.

A Andry la situación ya no le parece extraña. Él como muchos quisiera graduarse para salir del país y desarrollarse en lo que le gusta, apegado a los ingresos que como profesional siente que se merece. En su caso no tiene la fuerza económica para hacerlo y le toca trabajar en Venezuela aunque en su mente esté desertar.

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