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La Habana. Decenas de miles de cubanos rendían homenaje este lunes a Fidel Castro, que dejó con su muerte un vacío entre sus partidarios y una sensación de incertidumbre sobre la continuidad de las reformas económicas, en medio de un acercamiento con Estados Unidos que algunos temen vaya a enfriarse.
El ex guerrillero marxista que gobernó Cuba durante casi medio siglo hasta que entregó el cargo a su hermano menor Raúl luego de una enfermedad en 2006, falleció el viernes a los 90 años y las autoridades decretaron nueve días de luto.
El homenaje póstumo comenzó a las 09.00 hora local con el disparo de 21 salvas de artillería simultáneamente en La Habana y Santiago de Cuba, donde inició la histórica revolución que acabó derrocando al dictador Fulgencio Batista.
«Fidel has sido patria, ha sido revolución, pero Fidel ha sido sobre todo un hombre que abrió su pecho al pueblo, un gran ser humano», dijo Ana María Vázquez, quien trabajó con el líder en oficina del Consejo de Estado y hacía fila para entrar al Memorial «José Martí» en La Habana, en el corazón de la Plaza de la Revolución, escenario de extensos discursos del líder.
Las autoridades habilitaron tres salas en el Memorial en las que fueron colocadas respectivamente una imagen de Castro ataviado con su tradicional uniforme militar verde olivo, botas de combate, gorra, mochila y fusil al hombro. Debajo de cada foto había condecoraciones y flores blancas.
Jóvenes, ancianos, enfermeras, soldados y alumnos de escuelas en uniforme pasaban caminando rápidamente y en fila frente a las imágenes de Castro. Muchos tomaban fotografías con sus móviles o cámaras.
Aunque fue anunciada para el sábado por la mañana, el Gobierno no ha dado mayor información sobre la cremación del líder, ni tampoco sobre dónde están colocadas sus cenizas.
«No fue perfecto. Nadie lo es. Yo soy fidelista. Fidel era una escuela, una enseñanza», dijo Roberto Videaux, un jubilado de 72 años que estaba en el acto, al que muchos asistían con pequeñas banderas cubanas en la mano.
Cuba atraviesa una época de cambios. El gobierno de Raúl Castro ha implementado reformas para modernizar su frágil economía, pero con el triunfo en las elecciones presidenciales de Estados Unidos del republicano Donald Trump, muchos dudan que continúe el acercamiento iniciado hace dos años con el mandatario saliente, Barack Obama.
El tono de Trump el lunes no fue promisorio: amenazó con dar marcha atrás con los acuerdos logrados por Obama y Raúl Castro.
«Si Cuba no está dispuesta a hacer un mejor acuerdo para el pueblo cubano, los cubanoamericanos y los estadounidenses en su conjunto, pondré fin al acuerdo», tuiteó Trump.
AMOR Y ODIO
Las cenizas del Comandante, amado por muchos y odiado por otros, serán llevadas desde el miércoles y hasta el sábado a Santiago de Cuba, siguiendo un itinerario que rememora «La Caravana de la Libertad», el trayecto que hizo con otros revolucionarios en enero de 1959.
La ceremonia de inhumación se realizará el domingo en el cementerio de «Santa Ifigenia», de Santiago de Cuba, en la región oriental de la isla a unos 870 kilómetros al este de La Habana.
Algunos turistas quedaron sorprendidos por la muerte de Castro al aterrizar en Cuba y otros lamentaron tener que regresar antes de las honras fúnebres.
Martha Pons, una visitante de México, había llegado el jueves a La Habana para asistir al concierto del sábado del tenor español Plácido Domingo, el cual fue suspendido por la muerte de Castro.
Sin embargo, Reince Priebus, quien será jefe de gabinete de Trump a partir del 20 de enero, dijo el fin de semana que el nuevo mandatario pediría más libertades políticas al Gobierno cubano y que si no las consigue, la apertura retrocederá. El presidente electo tildó de «dictador brutal» a Fidel Castro, tras su fallecimiento.
«No va a ser una relación unidireccional de Estados Unidos hacia Cuba sin que haya medidas del Gobierno de Castro», dijo Priebus al programa de televisión «Fox News Sunday».
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