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El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebró hace dos días, no obstante la claridad y contundencia de su mensaje básico, necesita obligadamente abordar especificidades casuísticas, porque en cada región y cada entorno cultural los desafíos en cuanto a este tema son de diferente naturaleza. Como ejemplo, es pertinente comentar lo que está sucediendo actualmente en Turquía, país en el que importantes fuerzas políticas pretenden legislar para permitir que hombres que violan a mujeres menores de edad puedan quedar libres de castigo siempre y cuando se casen con su víctima. Esta aberración ha surgido de una propuesta ni más ni menos que del Ministro de Justicia, Bekir Bozdag, quien afirma que el propósito es “proteger” a las menores violadas de todo el sufrimiento que significará para ellas lo ocurrido en términos del honor suyo y de sus familias, lo mismo que para el estatus de sus hijos en caso de que hayan quedado embarazadas a causa de la violación.
Por supuesto esta propuesta ha sido recibida con enorme indignación por muchos sectores del público turco que consideran que lo que se está tratando de hacer es más que nada brindar una amnistía a quienes deberían de estar en prisión por el delito de violación. Incluso organizaciones femeninas como la encabezada por la propia hija del presidente Erdogan, han mostrado su protesta a pesar de caracterizarse por su perfil islamista que por lo general coincide con posturas conservadoras. En ese sentido, se está dando una fractura, ya que, por otra parte, la posición de algunos políticos islamistas es que la iniciativa es impecable desde el punto de vista religioso islámico el cual permite el matrimonio de las niñas desde los 12 años de edad.
Está por verse aún si la propuesta legislativa aquí comentada logra abrirse paso ante la oposición abierta de la considerable parte de la ciudadanía turca que está consciente de la aberración que significa. Pero el solo hecho de la existencia de una iniciativa como ésta dice mucho del rumbo que han tomado las cosas en Turquía.
Otro de los argumentos de quienes se oponen a esta propuesta legislativa es que con ella se abrirán las puertas aún más para que mujeres de entre 12 y 18 años sean obligadas por sus familias ultraconservadoras a casarse con hombres mayores que ellas por 30 o 40 años. Basta que éstos abusen de las menores para que se legitimen esos matrimonios obligatorios que, por otra parte, son a menudo nada inconvenientes para ciertos padres cuyos intereses en cuestiones económicas y de honor pueden salir beneficiados a costa de sus hijas. Está por verse aún si la propuesta legislativa aquí comentada logra abrirse paso ante la oposición abierta de la considerable parte de la ciudadanía turca que está consciente de la aberración que significa. Pero el solo hecho de la existencia de una iniciativa como ésta dice mucho del rumbo que han tomado las cosas en Turquía. El grado de represión desatado a partir del fallido golpe de Estado de julio pasado, con el encarcelamiento de tantos periodistas y el despido de decenas de miles de personas de sus puestos, hablan del inmenso retroceso experimentado en ese país en cuanto a derechos humanos y libertad de expresión.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.
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