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Jesús Alexis González.- El término distracción, emana del verbo “distrahere” compuesto de dos partes: “dis” que es sinónimo de “separación” y “trahere” que significa “arrastrar”; por tanto hace referencia a la acción de apartar adrede la atención de alguien de aquello a la cual debía aplicarla derivando hacia un nuevo punto de “interés”. Penuria, por su parte, es la escasez o carencia de las cosas esenciales indispensables para una vida digna, al punto que conceptos como privación, insuficiencia, pobreza, indigencia, entre otros, están asociados a la noción de penuria.
Resulta marcadamente obvia, la contradicción entre lo que “dice” y lo que “hace” tanto el Gobierno como la MUD en relación a la crisis socioeconómica y de inestabilidad institucional que experimenta la Venezuela del presente, al punto de no entrar a profundizar en lo más mínimo sobre las debilidades del modelo político hasta orientar su atención a la instrumentación de una estrategia centrada en la búsqueda de “ganar tiempo”, al margen de una integración con la jerarquía de esperanzas contenidas por una gran mayoría ciudadana a tenor de la actuación de ambos de forma aislada o cooperativa. Es así que en tal escenario, el Gobierno, por su lado, pretende evitar a toda costa un referendo revocatorio del mandato presidencial en 2016 (como en efecto lo está logrando) cuyo resultado (de acuerdo a estimaciones) obligaría a la convocatoria de una elección presidencial donde, supuestamente, igualmente saldrían derrotados aun con la efímera posibilidad de un rebote del precio promedio de nuestro crudo y de un retorno al “populismo socialista”, con el agravante (para ellos y fortuna para el resto) de darse inicio al fin de la era chavista (o de un potencial retorno a muy largo plazo). La MUD, por su parte, está (a nuestro parecer) “protegiendo” el hilo constitucional cara a la ¡elección presidencial en 2018! (que a visión del presente será el evento) al extremo de coordinar su desenvolvimiento en el marco de una “sanidad pre-electoral” que les facilite la escogencia de un candidato de unidad para elevar las posibilidades de triunfo ante un contrario disminuido pero no acabado, que contará con su cinismo de democracia “anticonstitucional”, con la subordinación de los Poderes Públicos (con obvia excepción de la AN), con cuantiosas “finanzas de origen diversos”, ausencia de escrúpulos y mucho más.
En tan indeseable ambiente de ganar tiempo, pero tácticamente valida en el acontecer político-partidista, apuntalado por un gradualismo enfocado casi exclusivamente en un aparente dialogo por la paz en aras de evitar efectos sociales negativos, se destaca la incapacidad de los lideres para mostrar un propósito complementario a “esperar” que con un nuevo Presidente surgido o bien de un RRP 2016 (expresión de optimismo) o de unas elecciones democráticamente libres (otra expresión de optimismo) se aclararán y resolverán las “cosas”, y que en el ínterin debemos “aprender” a soportar la situación nacional por muy angustiosa que sea a la espera de una panacea que nunca llega hasta soslayar una verdad incontrovertible: ¡el pueblo no soporta más tiempo!; y por tanto los problemas deben abordarse de inmediato y pasar a la acción ¡¡ya!!
No es por casualidad, que una mayoría poblacional estuvo y está dispuesta a marchar hacia el “suicidio” (entendido como una “conducta muy imprudente que puede provocar la muerte a quien la realiza”) tal como en efecto sucedió recientemente el viernes 26 de Octubre con la participación de más de 1.200.000 personas que en alto porcentaje deseaba ir a Miraflores como sede del Gobierno y como esperaba hacerlo de nuevo el jueves 03 de Noviembre una millonada de indignados y arrech…. en una marcha de paz para acompañar a la Junta Directiva de la AN para hacerle formal entrega al Presidente de la Resolución del Poder Legislativo (equivalente a una “carta de despido”) mediante la cual se declaró su responsabilidad política y el abandono del cargo, al tiempo de exigir la restitución del hilo Constitucional fracturado por N. Maduro y muy especialmente la restitución del referendo revocatorio presidencial en 2016, todo ello en un contexto de continuidad de la presión y lucha de calle que sin llegar al “suicidio” resulta más apropiado que esperar sentados pacientemente la “muerte” por hambre, por ausencia de medicamentos y por la violencia.
Es así, que del panorama de penuria venezolana que se intenta distraer podemos resaltar los siguientes aspectos: (1) Con el salario integral a Noviembre 2016 ubicado en Bs 90.811 (Bs 27.091 de salario mínimo y Bs 63.720 de ticket de alimentación) la familia puede adquirir apenas el 21,1% de la canasta alimentaria (Bs 429.626,08), la cual aumentó en un 515% el último año y un 6,0% en un mes; (2) La hiperinflación, que según la ortodoxia económica se alcanza cuando la inflación supera el 50% mensual, en nuestro caso dicha tasa supera el 60%; (3) La economía ha experimentado una contracción del PIB superior al 20% con un 5,7% en 2015 y un estimado del 10% para 2017; (4) Un déficit fiscal superior al 15% del PIB; (5) Una “fuga” de divisas por un monto superior a $ 300.000 millones; (6) Deuda neta de PDVSA con el BCV por encima de los Bs 3 millones de millones, generada para la emisión de dinero inorgánico; (7) Más de la mitad de la fuerza de trabajo está ubicada en el sector informal de la economía; (8) Un 80% de la población se encuentra en situación de pobreza con obvio cuadro de desnutrición en un escenario con un 25% en condición de pobreza extrema; (9) Más del 90% de los productos de la canasta básica están escasos; (10) La oferta doméstica tiene un alto componente importado cuyos precios son inalcanzables para la mayoría de la población; (11) La inflación acumulada de “productos regulados” supera el 400% y la de los “no regulados” el 1.000%; (12) La cifra de fallecidos por muertes violentas en 2015, se ubicó en 27.875 (unas 77 diariamente) hasta situarnos como el país más violento de América. Es de recordar, que en el año 1999 al momento de arribar el chavismo al poder, se mataban unas 4.500 personas anualmente (unas 12 diariamente); para un incremento del 542%.
Reflexión final: El chantaje emocional, asumido como una forma de control que recurre a la culpa o el miedo para conseguir que otra persona actúe de acuerdo a unos intereses que van en favor de quien hace el chantaje; que para el caso venezolano se aplica tanto por el lado del Gobierno: “nadie se para de la mesa de diálogo”, como desde el Bloque Opositor: “opinar contra la MUD es oxigenar al oficialismo”; en ningún caso reconocen que uno se está hundiendo y el otro está flotando por el peso que ejerce el pueblo, al cual están empujando hacia el apoliticismo y el antipartidismo hasta favorecer una potencial continuidad de este nefasto “Gobierno” por vía electoral apuntalada por la abstención, ya que increíblemente todavía cuentan con un 20% de apoyo popular.
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