Muere Fidel Castro a los 90 años

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FOTO: Fidel Castro en una imagen tomada en julio de 2006, en Argentina. Andres Stapff (REUTERS) / EFE

Fidel Castro ha muerto. A los 90 años de edad, el líder histórico de la Revolución cubana, ha fallecido esta noche en La Habana. Su hermano, el presidente Raúl Castro, lo ha comunicado en un mensaje de televisión. «Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las 10.29 horas de la noche falleció el comandante en jefe de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz», ha dicho emocionado el mandatario.

«En cumplimiento de la voluntad expresa del compañero Fidel, sus restos serán cremados en las primeras horas de mañana sábado 26. La comisión organizadora de los funerales ha dispuesto nueve días de luto nacional, hasta las 12.00 del 4 de diciembre, en los que «cesarán las actividades y espectáculos públicos» y se celebrará un «acto de masas» en la Plaza de la Revolución José Martí de la capital. ¡Hasta la victoria! ¡Siempre!», ha concluido Raúl Castro en su alocución.

La muerte de Fidel Castro cierra 60 años de historia, desde que desembarcó en Cuba con un grupo de rebeldes provenientes de México en 1956 para impulsar la guerrilla que derrocó a Fulgencio Batista en 1959 hasta hoy, fecha final de la existencia de una de las principales figuras del siglo XX.

Después de estar 47 años de manera ininterrumpida al frente del régimen socialista que construyó en torno a su liderazgo, Castro abandonó el poder hace justo diez años, en 2006, por problemas de salud. Raúl Castro, cinco años menor, tomó el mando entonces provisionalmente y dos años después, en 2008, lo sucedió formalmente como presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros.

Tal y como Raúl Castro dijo en su mensaje, en las próximas horas se anunciará cómo se realizarán las exequias de Fidel Castro, a quien se vio por última vez el pasado 15 de noviembre, cuando recibió en su residencia al presidente de Vietnam, Tran Dai Quang. La semana pasada estaba previsto que recibiese al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, pero la cita se canceló.

Desde que se vio obligado a abandonar el poder en 2006, la principal actividad pública de Fidel Castro fue la publicación de artículos en la prensa cubana. Su presencia se fue espaciando gradualmente pero se mantuvo presente hasta los últimos tiempos, como cuando en marzo pasado, días después de la histórica visita de Barack Obama a la isla, publicó una columna en la que mostraba sus reticencias ante el acercamiento del presidente de Estados Unidos al Gobierno cubano. «No necesitamos que el imperio nos regale nada», fue su frase más significativa, su rechazo final, poco antes de morir, al país con el que se peleó durante décadas, su enemigo irreconciliable.

La muerte de Castro supondrá una enorme sacudida emocional en Cuba, tanto para sus partidarios como para sus detractores, por el peso abrumador que ha tenido su figura en la vida cubana durante generaciones y generaciones. Políticamente, es el símbolo del fin de una era, aunque eso no signifique que quepa esperar pronto cambios sustanciales en el sistema cubano. Queda como último sostén de los líderes de la Revolución su hermano Raúl Castro.

Las primeras reacciones a la muerte han llegado desde el continente americano. Desde Venezuela, el gran aliado en los últimos tiempos del Gobierno de La Habana, el presidente Nicolás Maduro, ha asegurado que tanto Castro como Hugo Chávez «dejaron abonado el camino de la liberación de nuestros pueblos». El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha calificado al mandatario fallecido de «referente emblemático del siglo XX». El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha expresado sus condolencias a las autoridades cubanas por la muerte de «una figura de calado histórico».


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Celebración de la comunidad cubana en Miami. AP

En Miami, donde vive la comunidad cubana más grande fuera de la isla, cientos de personas han salido a las calles para celebrar la noticia. Muchos se han reunido en la zona de la Pequeña Habana, alrededor del Restaurante Versailles. Entre bocinazos y ruidos de cacerola se escuchaban eslóganes como «Fidel, tirano, llévate a tu hermano» y «libertad para Cuba».

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