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Publicado en: Opinión
Cuesta entender el no tan notable intento por apaciguar los ánimos revueltos. Una andanada de excusas pacifistas se anidó en ese extraño manifiesto que fue leído ante nuestras narices, como si se tratase de encantar a la desesperanza.
Tras varios días de tales vocablos irreversibles, a estas alturas de la semana sólo se ha oído vociferar con jactancia al Presidente, sobre la realización de esas elecciones instantáneas en Amazonas, jurando a viva voz una victoria asegurada y hablando sandeces en contra de sus opositores, como si la tan mentada mesa de diálogo fuese un objeto de decoración para asegurar sólo sus propios intereses.
Podremos recordar casi con suspiros entrecortados, que la lucha entrañable para rescatarnos de este inexorable sistema de infortunios, era hacerlo de buenas maneras, por medio de una salida electoral. La otra bandera se centra en la liberación de esos inmolados presos políticos, enjaulados como un rebaño insalvable, sacrificando sus emociones en las frías paredes de un calabozo, sólo por detener a la anarquía y librar a su país de la impertinencia destructiva del socialismo.
No se puede hablar de paz en el meollo de la injusticia. Contamos con más de 110 presos por pensar diferente frente a un régimen terrible, categórico y brutal. Todos los días sale un rumor de que serán exonerados de aquellas culpas sin fundamento lógico en democracia y volverán a respirar el aire justo de su libertad.
Hasta la fecha van alrededor de cinco de estos presos soltados como por antojo, mientras algunos —de más del centenar de estos cautivos—, han sobrepasado el tiempo de su claustro y siguen penando por puro capricho de quienes se sientan en la silla del poder en Venezuela, que gozan de apetito saludable y les tiene sin cuidado el hambre de la población.
De repente, llega el mensaje por diferentes vías de comunicación que un reconocido reo político sería liberado de su cautiverio en pocas horas. El tiempo transcurrió insondable y nada sucedió. Sólo llegó la noticia desde Nueva York de la sentencia de culpabilidad de los sobrinos de la primera dama presidencial, quienes vivirán sus días tras los barrotes por tratar de enriquecerse con el narcotráfico, mientras en nuestra nación los justos siguen esperando por una real determinación y sus días ordinarios vuelvan a ser al lado de sus respectivas familias.
Analistas políticos han sentenciado que el Gobierno sólo ha dado señales de mala fe y la MUD ha perdido la capacidad de negociación, mientras la desolación, la crisis eterna y el hambre extrema sigue siendo el resultado diario de este mandato subversivo.
Tal vez no existan pensamientos absolutos en política. Que el totalitarismo puede solventarse de una plumada y redimir el abuso avasallante con un diálogo emitido de buenas maneras, probablemente sean quimeras en desvelo de soñadores irredimibles. Pero lo que mejor le sienta a esta nación es la indumentaria sublime de la paz, pero no grajeada con los espasmos malsanos de la demagogia, sino ganada a pulso con la devolución del Estado de Derecho y la restauración de una verdadera democracia.
MgS. José Luis Zambrano Padauy
Director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
[email protected]
@Joseluis5571
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