El Papa consolida el perdón a las mujeres que hayan abortado

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A renglón seguido, el papa Francisco advierte: “Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido”. En la carta apostólica, Jorge Mario Bergoglio pide a los sacerdotes que pongan su vida al servicio del “ministerio de la reconciliación, para que a nadie que se haya arrepentido sinceramente”, no solo del aborto, sino de cualquier pecado por grave que sea, “se le impida experimentar la fuerza liberadora del perdón”.

Ya en septiembre de 2015, y en la carta dirigida a monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, el Papa explicaba así su decisión: “Algunos viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo (…), pero otros muchos, en cambio, lo viven como una derrota porque consideran no tener otro camino por donde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa”.

En aquella ocasión, vísperas del Jubileo de la Misericordia, Bergoglio también planteaba una señal de acercamiento a los fieles que acuden a la tradicionalista Fraternidad San Pío X, fundada en 1970 por Marcel Lefebvre y que no comulga con el rumbo tomado por la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II: «Confío en que en el futuro próximo se puedan encontrar soluciones para recuperar la plena comunión con los sacerdotes y los superiores de la Fraternidad». En su carta apostólica de hoy, Francisco también extiende “más allá del periodo jubilar” la autorización para que los fieles que, “por diversos motivos frecuentan las iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X», puedan «recibir válida y lícitamente la absolución sacramental de sus pecados”.

El pasado domingo, el Papa clausuró el Jubileo de la Misericordia y cerró la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. Además de decenas de miles de fieles y las máximas autoridades italianas, a la ceremonia asistieron los 17 cardenales –13 electores y cuatro eméritos– creados por Jorge Mario Bergolgio el pasado sábado, entre ellos el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro; de Mérida (Venezuela), Baltazar Enrique Porras Cardozo; de Tlalnepantla (México), Carlos Aguiar Retes, y el de Brasilia (Brasil), Sérgio da Rocha.

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