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La feria literaria, la más importante del mundo en español, desarrollará del 26 de noviembre al 4 de diciembre su 30 edición, con la oportunidad de acoger una “reflexión” de lo que ha sido hasta ahora el evento y de celebrarlo con un invitado de honor especial: América Latina.
El peruano Mario Vargas Llosa, el cubano Leonardo Padura, la brasileña Nélida Piñón, el nicaragüense Sergio Ramírez, el argentino Eduardo Sacheri y el colombiano Juan Gabriel Vásquez, entre otros autores, forman parte de un engranaje que, asegura Schulz en entrevista, no estará “departamentalizado”.
Es decir, no será “la feria de Ecuador, más Perú, más Bolivia”, sino que el concepto “se ha manejado en términos de una representatividad general, más bien de hablar de una diversidad y de los vasos comunicantes”.
“Hay muchas maneras de percibir América Latina, y parte del programa apuesta a eso”, afirma Schulz, quien compara el enfoque con el que aportaría un “caleidoscopio” o un “prisma multicolor”.
Además, todos aquellos países de la región que no han podido ser invitados de honor por diversos motivos ahora tendrán la ocasión de hacerlo de manera conjunta.
A través de varias mesas de diálogo, los autores de la región se plantearán cuestiones como “¿qué es América Latina?”, a lo que la directora de la FIL responde que, realmente, es “una entelequia”.
“Es una generalización, y como toda generalización, puedes caer en ciertos errores históricos; para mí es más un juego, una abstracción, algo que ocurre en el imaginario colectivo más que en la realidad”, argumenta.
En los pasillos de la feria, comenta, se puede percibir cómo el libro físico, “lejos de desaparecer, tiene una gran vigencia”, aunque el sector editorial arrastra problemas por superar, como la difícil circulación entre los países de Latinoamérica.
Es más fácil la comunicación con España que entre las naciones de la región. “Hay escritores que juegan diciendo: ‘los escritores viajan más que sus libros’, por los encuentros literarios. Hemos ido a lugares donde va el escritor, pero no hay libros suyos en venta”, subraya Schulz.
Otro de los retos, continúa, es “qué va a pasar con las librerías”, que han ido desapareciendo o agrupándose en ciertas cadenas; en definitiva, “los puntos de venta se han ido reduciendo”.
La feria, que aunará a 650 autores provenientes de 44 países, “pone el espacio adecuado para discutirlo”, asegura la directora.
Sobre el aniversario de la feria, dice que pasa lo mismo que cuando una persona llega a los 30 años: “Llegas a la madurez, pero tienes un camino por delante todavía enorme, estás en la posibilidad de muchos cambios, de tomar decisiones que van a afectar para bien tu vida”.
Asegura que cada vez percibe una “mayor apuesta de las editoriales independientes por las nuevas voces”, así como una tendencia que ya se da en el mundo anglosajón y comienza a permear en las letras hispanas, la autoedición, con la que el autor ya no depende de los canales de distribución y venta convencionales.
Estar pendiente de la evolución de los lectores y de los “cambios vertiginosos” del sector es tomado como una obligación para la directora de la FIL, defensora de que no hay que perder de vista “las nuevas formas de consumo cultural y la demanda del público”, independientemente del “compromiso fuerte con los editores”.
Esto ha hecho que en la programación de la FIL haya, por ejemplo, un apartado dedicado a los “booktubers”, los usuarios que suben vídeos con reseñas de libros en internet, a través de algo que no se contemplaba hace cinco años.
“Son cambios que también te hablan de un cambio social y tienes que estar pendiente de eso”, concluye Schulz.
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