Niveles desiguales en el diálogo

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Más allá de los resultados, aceptables o no, de la primera etapa del diálogo asistido entre el oficialismo y la oposición, hay algo que merece ser destacado y discutido antes del próximo encuentro previsto para el 6 de diciembre.

No puede funcionar bien una mesa de diálogo en la que una de las partes tiene representantes que son líderes o cabeza de facciones de su tendencia política, mientras que la otra parte está presente no con las cabezas de los principales partidos, sino con personalidades que representan a tres de los más grandes y un gobernador.

En esta nueva etapa se requiere que en el caso particular de la MUD se sienten en la mesa de negociación las cabezas visibles de los principales partidos y asuman la responsabilidad de enseriar la negociación, y llevar a la mesa lo que la mayoría de la población opositora desea, que es la libertad de los presos políticos, la solución del conflicto político por la vía electoral y un acuerdo de gobernabilidad que facilite tomar las medidas requeridas para solucionar la inocultable crisis humanitaria.

La negociación no debe ser un compromiso de lenguaje, sino un mecanismo para resolver la crisis y eso solo puede lograrse si los que están sentados frente a frente tienen el peso político suficiente para tomar decisiones.

Es importante considerar, que más allá de las eventuales elecciones presidenciales, lo que debería estar en el tapete de negociación es cómo crear una fórmula política que permita construir un gobierno de salvación nacional que pueda tomar las medidas necesarias para detener la inflación, aumentar la producción nacional, acabar con la impunidad y  sentar las bases para un proceso de reconciliación.

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