Autopsia de un parapeto, por Gabriel Reyes

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Para quien se ofenda con el uso del término “parapeto”, el mismo guarda una relación estrecha con una definición militar asociada a un dispositivo de defensa. Y es que así nació esta mesa que se empeñaron en bautizar “de diálogo” los nominalistas trasnochados que apuestan a fórmulas de mercadeo político importadas de otras latitudes, tal vez sin entender el alcance y significado de la etiqueta que divulgan. Era la defensa de un régimen desgastado contra el avance pertinaz de un pueblo decidido a luchar por sus derechos.

He esperado que otros analistas, tal vez más entendidos y experimentados desarrollen sus ideas, tal vez para contrastar las mías y determinar el tamaño de la brecha que me separa de la media. La indulgencia de algunos y la severidad de otros me obliga a expresar mi posición, más identificado con mi rol ciudadano que con mi oficio de escribidor.
Nunca existió un diálogo porque la asimetría entre las partes así lo impedía. Era necesario comprender que el diálogo no es un fin en sí mismo. Es un medio para desarrollar un proceso de Negociación, donde las partes que se sientan en torno a esa mesa deben estar dispuestas a ceder algo, construyendo acuerdos sobre la base de intereses comunes que no existen.
La agenda del gobierno era primitiva y muy básica: mantenerse en el poder, apoyando la idea del maquiavelismo mal entendido de que “El fin justifica los medios”. El objetivo de la oposición era ser reconocidos como actores en el proceso, recuperando derechos individuales y colectivos, políticos, arrebatados por la vía ejecutiva y judicial en una razzia sin antecedentes conocidos.
El parapeto era asimétrico, cuando el gobierno nombra a sus hombres fuertes para sentarse en la mesa, y la oposición nombra, de manera inexplicable, a personajes sin brillo, con cuestionamientos públicos recientes, conversos que no representan ni cualitativa ni cuantitativamente ninguna influencia real en el 85% del país que clama por un cambio inmediato, o perseguidos por el mismo gobierno que son citados en tiempo presente por los organismos de seguridad acusándolos de terrorismo, pero que para el parapeto, funcionan perfectamente.
El rol de los árbitros, no puedo omitirlo. Todas las esperanzas de creyentes y no creyentes en el rol decisivo de la Iglesia como mediadores en un proceso que siempre ha lucido trancado, y aparece el “enviado” declarando a un medio internacional que él no era mediador. Era “acompañante”. Con qué se come esto?? Tal vez con lo mismo con lo que convocaron a figuras internacionales, llamadas por una entelequia creada por el padre de esta crisis para evadir a la OEA, sin permitir que otras figuras pudieran compartir este rol.
Plazos y lapsos para lograr avances han sido burlados en una tregua inexistente que se caracterizó por la incontinencia verbal del nacionalizado por vía judicial y sus principales adláteres, arremetiendo contra el disenso organizado, con amenazas e improperios, que eran ignorados por los “acompañantes” que nunca pusieron reparo a irrespeto a una de las partes.
Luego de las primeras concesiones de la oposición al desmontar un juicio político a Maduro, la movilización a Miraflores y el incremento de la ingobernabilidad generando un costo político mayor a los transgresores de nuestra Carta Magna, podemos hacer una evaluación objetiva, o que pretende serlo, de lo que se desprende de escritos y declaraciones:
1.- Llegamos con 112 diputados y ahora tenemos 109, reconociendo de manera explícita o no, que hay motivos suficientes para repetir las elecciones en el estado Amazonas, con el infeliz consuelo de quienes ofenden la inteligencia colectiva del pueblo venezolano, planteando que “ahora sacaremos los cuatro diputados en vez de tres”, aceptando irregularidades inexistentes.
2.- Logramos que uno de nuestros voceros llamara “detenidos” a los presos políticos, en el manejo inapropiado de una vergonzosa situación donde no se comprende la dicotomía de esta variable, ya que la idea no es tener menos presos políticos. Es no tener ninguno, porque en Democracia, no existe pena al disenso político.
3.- De manera pueril se implora por un “corredor humanitario” sin entender que eso es un paliativo que esconde la única demanda plausible por parte de un pueblo hambriento representado por estos señores: Rectificación inmediata del modelo económico garantizando la seguridad jurídica y material para la reactivación del aparato productivo nacional y desmontando el perverso mecanismo de controles que permita fluir la economía en recuperación de la calidad de vida del venezolano. Pero, todavía, no conformes con privarse de la exigencia real y justa, admiten que existe un “boicot” a la economía nacional a la que se comprometen a vencer junto a los únicos creadores del caos, quienes con total desparpajo e impunidad saquearon a un país para ahora ser reconocidos como víctimas de esa “guerra económica” que según todos los sondeos serios no lo cree el 3% de la población. Pero, bueno, no todo está perdido. Hemos aprendido que “boicot” significa cleptocracia más ineptitud.
4.- Y en medio de este marasmo, ¿quién se recuerda del Esequibo?, irresponsablemente considerado tema inexistente por una petrodiplomacia alcahueta y por la mayoría de los opositores que ignoraron el tema hasta hoy, en que es necesario traerlo “jalado por los cabellos” para crear un vínculo nacionalista que supuestamente, según su hipotético genio creador, una a todo el pueblo tras una causa. Qué pena!!
5.- Teníamos o tenemos, según el flujo energético de nuestros lectores, el derecho constitucional a reclamar el escrutinio público de un Referendo Revocatorio este año, y ha sido arropado irresponsablemente por un invento de elecciones generales que producen sorpresa, carcajadas e enjundia en quienes lo escuchamos. ¿Quién fue el arquitecto de este mamotreto político inexistente? No fueron ellos!! Fuimos nosotros!!!
6.- Nos prometen nuevos rectores del CNE. Muy bien!! ¿Cuándo? Bajo ¿qué mecanismos? ¿Para convocar qué procesos? ¿De qué me sirve un CNE “equilibrado” sin procesos que atender?
7.- Y lo que más me duele, enfriaron la visibilización de la crisis del venezolano representada en la presencia masiva del pueblo en nuestras calles a lo largo y ancho del territorio nacional, donde con civismo y determinación, demostremos nuestro descontento, nuestra inconformidad, y nuestra exigencia inmediata de un cambio.
En resumen, y luego de haber leído a defensores y detractores de este sainete, no me quedan dudas del pobre desempeño de quienes no convencieron a nadie, y que ahora piden que seamos clementes en la crítica porque según algunos nos salvaron de una masacre, o porque quienes ejercemos nuestro libre albedrío y sostenemos posiciones divergentes a lo sucedido somos “guerreros de teclado” o  tal vez “quintas columnas del oficialismo”.
No, mis estimados lectores, lo que tenemos por delante no es fácil. No me opongo a las negociaciones como mecanismo civilizado de entendimiento, pero como ciudadano exijo que las figuras en el tapete sean otras, que verdaderamente representen intereses y posiciones plurales dentro de la oposición venezolana, que no acudan a una negociación con “un arma en el pecho” ni con compromisos. Porque reconozco que nunca he creído en conversos, prefiero que sea otra persona la que ocupe esa silla en particular, y me pregunto si una mujer está marginada de este proceso, porque tenemos varias que gozan de las cualidades éticas, morales y políticas para aparecer en esa foto.
Este parapeto ha fenecido para este humilde escribidor y nada podrá construirse sobre lo que no existe. Las causas de sus desaparición, según el forense, se atribuyen a la irresponsabilidad del paciente, quien pensó que la enfermedad era fácil de combatir, o tal vez porque pensaba que cediendo a ella, sus miedos y penas desaparecerían. Este parapeto nunca comprendió que no era el espacio para dirimir una crisis política. Debió ser el escenario de reconocimiento de una crisis social estructural que reclama el esfuerzo de todos de manera inmediata.
No parecemos comprender que la relación que existe es que Democracia es a Oposición lo que Régimen es a Resistencia, y nos empeñamos en regalarle al Régimen una Oposición.
Debemos pasar la página y recuperar los esfuerzos perdidos en este paréntesis mediático y estéril. Si la dirigencia no está en sintonía con quienes pretenden representar, serán desplazados, porque a Venezuela no le hace falta dirigentes inefectivos. Le hacen falta LÍDERES con voluntad, valentía y determinación, y esta visión, lejos de ser mesiánica, invita a cada ciudadano a asumir su rol, porque los únicos líderes y protagonistas de este proceso de cambio necesario, SOMOS NOSOTROS!!
Amanecerá y veremos…

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