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Las tentaciones a los movimientos revolucionarios en el poder son en esencia tres, las mismas con las que el demonio tentó a Cristo en el desierto. A ese propósito, escribe Dostoyevski
Si hubo alguna vez en la tierra un milagro verdaderamente grande, fue aquel día, el día de esas tres tentaciones. Precisamente en el planteamiento de esas tres cuestiones se cifra el milagro. Si fuera posible idear, sólo para ensayo y ejemplo, que esas tres preguntas del espíritu terrible se suprimiesen sin dejar rastro en los libros y fuese menester plantearlas de nuevo, idearlas y escribirlas otra vez, y a este fin se consagrase a todos los sabios de la tierra —soberanos, pontífices, eruditos, poetas—, sometiéndoles esta cuestión, imponiéndoles esta tarea: «Discurrid, redactad tres preguntas que no sólo estén a la altura del acontecimiento, sino que, además, expresen en tres palabras, en tres frases humanas, toda la futura historia del mundo y de la humanidad…». (…) Porque en esas tres preguntas aparece compendiada en un todo y pronosticada toda la ulterior historia humana y manifestadas todas las tres insolubles antítesis históricas de la naturaleza humana en toda la tierra».
Si revisamos los fracasos en la construcción de revoluciones siempre encontraremos a las tres tentaciones de Cristo en el desierto, se repiten a lo largo de la historia, se encuentran en la base de todas las derrotas. Pero veamos cuáles son las tentaciones. Guiémonos por el Padre descalzo interpretando a Mateo:
Primera tentación.
Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Ponía así a lo material supeditado a la espiritual. Todos los grandes hombres de la historia han entendido esta enseñanza, el Comandante Chávez la repetía con frecuencia, allá los que no tuvieron oídos: ¡No sólo del pan vive el hombre! Se equivocó la socialdemocracia buscando amor a partir de la dádiva material.
Segunda tentación.
Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.
Hasta aquí las tentaciones fueron el conocido «pan y circo», lo material y lo espectacular, el show, el efectismo. Ya sabemos cuánto fracaso acumula la socialdemocracia cayendo en estas dos tentaciones.
Tercera tentación.
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Esta tentación se desprende de las otras dos, al abandonar la espiritualidad como centro de la construcción de la Revolución, se cae en la tentación del poder por el poder, se pierde el objetivo de la construcción del Socialismo, se piensa: ahora lo importante es «que no nos tumben», el resto es secundario, y se hace verdad aquella sentencia de que todo poder corrompe.
Chávez no cayó en la tentación y lo crucificaron.
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