[ad_1]
“Mecer” no sólo es impulsar de un lado a otro una cosa que está suspendida en unos puntos fijos o apoyados sobre una superficie oscilante sino también una metáfora popular que se emplea en muchas partes de Iberoamérica para referirse a las maniobras de dilatar soluciones o acuerdos con el propósito de obtener un beneficio o una ventaja a un determinado tiempo.
Esto es, exactamente, lo que –a mi criterio- viene sucediendo con el supuesto “diálogo nacional” que se estaría realizando en Venezuela con la asistencia de los representantes del gobierno y algunos actores de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), bajo el patrocinio de la Santa Sede cuyo enviado, Monseñor Claudio María Celli, es todo un experimentado personaje en temas de políticas y relaciones internacionales, pero también con la asistencia de otras organizaciones, como UNASUR que es dirigida por un controvertido Secretario General, el ex Presidente colombiano Ernesto Samper, y de algún otro dúctil interlocutor, como es el caso del ex presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Luego que algunos tribunales venezolanos dictaran fallos deteniendo groseramente el proceso plebiscitario con el propósito de revocar en su cargo al presidente de ese país, Nicolás Maduro, la situación social está próxima a desatar una violencia sin precedentes en ese país cuya responsabilidad no es precisamente en los grupos opositores sino en la intransigencia de un régimen que no termina por comprender el desastre económico originado por su permanente política de confrontación contra aquellos que piensan distinto, las pésimas políticas en materia económica, la languidez de los sectores productivos, la insolente corrupción estatal y el agobio que acarrea el secuestro de las instituciones democráticas.
Estas conversaciones que el régimen de Maduro pretende dar con aquellas fingidas muestras de voluntad de enmienda con la liberación de unos pocos presos políticos, no tienen más que el propósito de seguir con la “mecedora” para evitarse –a todas luces- el definitivo revocatorio de su cargo de presidente y concluir con un nefasto régimen que aun viene engrosando las arcas de sus más allegados y, en especial, de un grupo de prominentes militares que gozan del privilegio de manejar sectores productivos de forma monopólica, así como la distribución y el resguardo de alimentos, medicinas y otros bienes esenciales.
Claro está que no hay voluntad de diálogo del gobierno venezolano ya que Maduro constituye la personalización de un grupo que se sirve del Estado para seguir beneficiándose cuando su misión debería ser crear las condiciones de prosperidad de sus ciudadanos. Temo, por el contrario, que el presidente llanero se esté valiendo del empeño de la Santa Sede para seguir “meciendo” no sólo a la oposición de su país con el aplazamiento del proceso plebiscitario sino al Mundo entero, arrancándoles a los venezolanos su constitucional y legítimo derecho a optar por un futuro distinto y, acaso, un mejor destino.
gustavoromeroumlauff@gmail.com
@GRomeroUmlauff
[ad_2]
Fuente