Puede ser en una libreta imaginaria. Proyectar, establecer, anotar y trabajar por ello. “Proponerse metas a corto y mediano plazo es la mejor fórmula para llevar una vida de migrante”, sostiene Yelfrany Riera Rojas, periodista venezolana, de 26 años, que emigró en diciembre de 2018 a Valencia, España, donde, poco a poco, comienza a consolidarse en el área de la televisión y las relaciones públicas.
Su primer empleo fue en un stand de planchas a vapor.
Recuerda que no tenía idea de cómo venderlas, pero aprendió.
Fue un trabajo que me hizo sentar cabeza. No es fácil cuando has sido tú el que compra y no el que vende. Aquí la historia cambió. Gracias a Dios fue eso me enseñó a crecer como mujer y ser mejor persona”, recuerda esta portugueseña, graduada como comunicadora social en la Universidad del Zulia.
Tras más de 2 años de emigrar con su familia se siente muy a gusto en Valencia, una ciudad que le resulta hermosa y acogedora, y que le encanta porque en su parecer lo tiene todo: playa, montañas, ríos y nieve.
Hasta ahora el camino no ha sido fácil, sobre todo por el cambio de cultura. “Migrar es un luto que debemos saber llevar y asumir. Siempre vamos a extrañar todo aquello que nos representa y nos hace feliz. También es verdad que debemos avanzar y crecer”, suelta al confesar que por la distancia extraña mucho a su abuelita Alida Heredia, quien reside en Turén, estado Portuguesa. “No hay un día que no la recuerde, ella representa mucho en mi vida”, resalta.
Para Yelfrany, cada persona migra por razones diferentes, y en el caso de Venezuela, además de la supervivencia frente a una crisis social gigantesca y la estabilidad económica, el crecimiento personal y profesional le sirven como bandera. Esto enseña a ser valientes, fuertes y grandes en cualquier contexto. “Me fui para crecer. Ese, siempre debe ser nuestro norte, crecer en lo que quieres y en lo que eres”, afirma.
El crecimiento no se detiene. Avanza. Tiene que ver con su filosofía de vida.
Me visualizo grande. Desde niña me caracterizo por lograr todo aquello que me propongo. Voy a mi ritmo con altos y bajos, pero empecé este camino que terminará con un final feliz de eso estoy muy segura. Todos merecemos ser felices”, refiere.
Camino hacia el éxito
Su segundo empleo luego de la venta de planchas al vapor fue en el mundo del ocio nocturno, como relacionista pública en una discoteca. Ese empleo, más cercano con su formación académica, le permitió conocer y relacionarse con personas del medio, y aunque no estaba en sus planes hacer televisión, de forma inesperada le abrió las puertas de ese mundo.
Desde Latinos TV, canal fundado en 2015, y con espacios dedicados a la música y a sus protagonistas, rumbas, salud y otros contenidos de interés para el público en general, vieron en Yelfrany una periodista capaz de conectar con la audiencia por su frescura e inteligencia.
Recuerdo que me escriben un mensaje directo ofreciéndome hacer un casting para nuevos talentos en un canal de TV (LatinosTV). Fui me entrevisté y allí empezó todo el proceso de aprendizaje. Soy periodista en el área de impreso, así que la televisión es algo nuevo para mí. Día a día trato de ser mejor y la verdad tengo un equipo maravilloso que me ayudan a crecer”, destaca.
Y como la determinación suele acompañarla, se acomoda a una realidad que le gusta por sus múltiples prismas. “Mis planes no eran hacer televisión, pero de una u otra manera se comienza y mi camino comenzó. Soy una mujer que sabe a dónde va y que es lo que quiere. Por eso combino ambos trabajos: Uno me ayuda ahorrar y el otro a crecer. Quiero estudiar y seguir preparándome y encontré la fórmula que me llevará a la meta”.
Para “Yel” como le dicen sus amigos en Venezuela, resulta súper gracioso salir de un estudio de televisión en tacones, muy arreglada, para luego cambiarse el chip y trabajar en el ocio nocturno. Ella disfruta el momento y desborda optimismo, ya que desde inició en Latinos TV surgieron interesantísimas propuestas de trabajos que espera pronto formalizar.
En relación con el futuro sólo avizora puertas abiertas, y como anécdota, se abraza a esa venezolanidad esperanzadora que la acompaña a casi 7500 kilómetros de su terruño. Siempre siente la compañía de los suyos: “Es increíble como nuestra cultura venezolana ha llegado a cada rincón de España, incluso puedes ir a un restaurante venezolano y ver españoles o europeos comiendo patacón, arepas, tequeños, entre otras cosas. Me causa mucha gracia verlos comer arepa con tenedor y cuchillo”.
Fuente: Versión Final