Resumen
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Las mujeres venezolanas están aceptando cada vez más el trabajo físicamente exigente de la pesca en el Caribe.
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El trabajo, que paga $8 después de cinco turnos consecutivos de 12 horas, es más que el salario mínimo mensual nacional de $5.
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Las mujeres se están ganando el respeto de los hombres con quienes ahora trabajan para pescar miles de libras de pescado al día.
Mujeres venezolanas abrazan el agotador trabajo de la pesca en el Caribe
Las mujeres venezolanas están aceptando cada vez más el trabajo físicamente exigente de la pesca en el Caribe. En las comunidades costeras de Choroni y la vecina Chuao en Venezuela, las mujeres se unen cada vez más a las filas de los pescadores. El trabajo físicamente exigente, que implica pescar miles de libras de pescado al día, ahora está siendo adoptado por mujeres que han perdido sus trabajos debido a la crisis económica de Venezuela o continúan con una tradición familiar de pesca.
Los rigores y las recompensas de la pesca
La pesca es un trabajo agotador que requiere paciencia, agilidad y coraje. Los pescadores y las pescadoras trabajan en equipos de cuatro o cinco botes, lanzando una gran red con algo de carnada en el medio, que luego es monitoreada regularmente por un buzo del equipo. Cuando se ve un bajío, se lanza una red más pequeña y el equipo comienza a cerrarla tirando de una línea similar a un cordón. Cuanto más tiran, más se acercan sus botes, lo que les permite mover los peces de la red más pequeña a sus botes. El pescado se vende el mismo día en un mercado cercano.
El papel de la mujer en la pesca
Las mujeres, que alguna vez estuvieron relegadas a cocinar o limpiar en albergues, pensiones y comedores, ahora se están ganando el respeto de los hombres con quienes trabajan. Algunas mujeres incluso se han convertido en dueñas de botes. Las pescadoras dependen unas de otras y de sus padres para cuidar a sus hijos mientras están en el mar, asegurando que ninguna mujer se pierda un turno de pesca.
La realidad económica de la pesca
A pesar de las demandas físicas y los riesgos asociados con la pesca, el trabajo paga $8 después de cinco turnos consecutivos de 12 horas, más que el salario mínimo mensual nacional de $5. Sin embargo, vivir solo de la pesca es casi imposible, y muchas pescadoras complementan sus ingresos con otros trabajos.
El coste humano de la pesca
La pesca no solo es físicamente exigente sino que también está llena de peligros. Carolina Chávez, quien comenzó a pescar a los 11 años porque su familia necesitaba comida, casi pierde su mano izquierda cuando se enredó con una cuerda mientras ella y otros intentaban levantar una red pesada. A pesar del accidente, volvió a pescar poco después, ya que su familia pasaría hambre si dejaba de trabajar.
La Comunidad de Pescadoras
En estas comunidades costeras, las mujeres se apoyan mutuamente y se aseguran de que ninguna se pierda un turno de pesca. La comunidad es a la vez machista y matriarcal, y las mujeres desempeñan funciones importantes en los consejos de pescadores y son propietarias de embarcaciones. Este apoyo mutuo se extiende más allá del trabajo, con mujeres que se ofrecen a cuidar a los hijos de las demás mientras están en el mar.
Más allá de la pesca: la búsqueda de ingresos adicionales
A pesar de los ingresos de la pesca, es casi imposible vivir solo de la pesca. Muchas pescadoras, como Greyla Aguilera, licenciada en derecho y cocina, complementan sus ingresos con otros trabajos. Aguilera es tutora de niños pequeños, enseña inglés a los mayores, fotografía bautizos y primeras comuniones, y ahora está probando recetas con la esperanza de abrir un café.
Conclusión
El creciente número de mujeres venezolanas que se dedican al agotador trabajo de la pesca en el Caribe es un testimonio de su resistencia y adaptabilidad. A pesar de las exigencias físicas y los riesgos, estas mujeres no sólo se ganan la vida, sino que rompen barreras en un campo tradicionalmente dominado por los hombres. Su historia es un poderoso recordatorio de la fuerza y la determinación de las mujeres frente a la adversidad.