Resumen: La crisis laboral y el dilema de la inmigración en Estados Unidos podrían abordarse con una solución polémica pero potencial: ampliar los canales de inmigración legal. Sin embargo, esta propuesta suscita un intenso debate en el ámbito político.
Estados Unidos se enfrenta a dos problemas importantes que, a primera vista, parecen no tener relación entre sí, pero que una única solución podría resolver. Estos problemas son la creciente crisis laboral y la incesante afluencia de inmigrantes en la frontera sur. La solución propuesta tiene una fuerte carga política y está destinada a causar revuelo: la ampliación de las vías para la inmigración legal. Esta sugerencia se basa en la paradoja de que Estados Unidos está luchando para mantener fuera a los inmigrantes deseosos de trabajar, incluso cuando las empresas de todo el país lamentan su incapacidad para cubrir millones de puestos de trabajo.
El mercado laboral de Estados Unidos está en crisis, con casi diez millones de puestos de trabajo vacantes desde hace dos años. Esta importante escasez de trabajadores es una de las fuerzas motrices de la persistente inflación y la escalada de los tipos de interés. Este panorama contrasta fuertemente con la política actual del Gobierno, que parece empeñado en mantener a la gente fuera, a pesar de la acuciante necesidad de mano de obra.
Para salvar esta disparidad, muchos expertos proponen ampliar las oportunidades de inmigración legal. La admisión de más inmigrantes podría ser una solución práctica para vigorizar la mano de obra estadounidense, que lleva años experimentando un lento crecimiento. Este planteamiento también podría aliviar la presión en la frontera sur al animar a los inmigrantes a buscar vías legales de entrada en Estados Unidos.
Sin embargo, esta propuesta no está exenta de detractores. Los conservadores se muestran escépticos ante cualquier medida que aumente la inmigración legal, aunque pueda reducir potencialmente la ilegal. Sostienen que, en lugar de admitir más inmigrantes, Estados Unidos debería centrarse en animar a más adultos nacidos en el país a incorporarse a la población activa. Esta postura sigue firmemente arraigada a pesar del prolongado periodo de lento crecimiento de la población estadounidense, especialmente entre las personas en edad de trabajar.
Estados Unidos ha experimentado uno de sus períodos más largos de lento crecimiento de la población. El impacto más significativo se ha producido en la población joven y en edad de trabajar. De 2000 a 2020, la población activa estadounidense sólo ha crecido en torno a una sexta parte, lo que supone una desaceleración considerable en comparación con las décadas anteriores.
La disminución del número de adultos en edad de trabajar que trabajan o buscan empleo es otra tendencia alarmante. La proporción de adultos en edad de trabajar que tienen o buscan empleo ha rondado algo más de tres quintos, frente a los cerca de dos tercios de finales de los ochenta hasta 2008. Varias teorías intentan explicar este descenso, pero el resultado es evidente: una escasez de trabajadores que alimenta la inflación y provoca subidas de los tipos de interés.
Dadas estas circunstancias, un aumento de la inmigración legal parece la solución más plausible a corto plazo para generar más trabajadores. Los estudios indican que los inmigrantes y sus hijos han representado un significativo 70% del crecimiento de los trabajadores en edad productiva desde 1995. Sin embargo, el nivel actual de inmigración ha sido insuficiente para compensar el drástico descenso del número de trabajadores estadounidenses que se incorporan a la población activa.
En conclusión, la confluencia de la escasez de mano de obra y los problemas de inmigración exige una solución audaz. Ampliar la inmigración legal puede ser políticamente polémico, pero podría resolver esta doble crisis. Sin embargo, esto requiere un diálogo abierto y la colaboración bipartidista para lograr un equilibrio entre las necesidades económicas y las realidades políticas.
Estados Unidos se enfrenta actualmente a dos problemas importantes: la escasez de trabajadores y la elevada tasa de inmigración ilegal. Se da la paradoja de que las empresas de todo el país tienen problemas para encontrar suficientes trabajadores y, sin embargo, el gobierno federal intenta frenar el flujo de inmigrantes en la frontera sur que buscan trabajo en EE.UU. Esta escasez de trabajadores está provocando una inflación persistente y unos tipos de interés más altos.
Cada vez se argumenta más que estos problemas pueden tener una solución común: ampliar las vías de inmigración legal. Muchos expertos creen que admitir a más inmigrantes podría ayudar a ampliar la población activa de Estados Unidos, que lleva años experimentando un lento crecimiento. Más oportunidades de entrada legal en EE.UU. también podrían reducir la presión en la frontera al animar a los inmigrantes a buscar medios legales de entrar en el país y buscar trabajo.
El gobierno de Biden se basa en el principio de que ampliar las oportunidades de entrada legal impulsa una aplicación más estricta de la ley. Si los inmigrantes potenciales creen que tienen posibilidades reales de entrar y trabajar legalmente en Estados Unidos, es menos probable que se sientan disuadidos por las sanciones impuestas a la entrada ilegal. Sin embargo, los conservadores siguen mostrándose escépticos ante la idea de aumentar la inmigración legal, aunque ello pudiera reducir la inmigración ilegal.
Estados Unidos vive actualmente uno de sus periodos más largos de lento crecimiento demográfico. La población activa ha crecido a un ritmo más lento, especialmente desde 2020. No se espera que estas tendencias proporcionen un alivio interno a la escasez de mano de obra. El número de niños menores de 18 años en EE.UU. se redujo en cerca de 1 millón entre 2010 y 2020, y es probable que este descenso se traduzca en una presión continua sobre la mano de obra.
La proporción de trabajadores en edad de trabajar que participan activamente en el mercado laboral se ha estancado. La proporción de adultos en edad de trabajar que tienen o buscan empleo se ha estancado en poco más de tres quintos, frente a los cerca de dos tercios de finales de la década de 1980 hasta 2008. La economía depende cada vez más de los trabajadores de más edad, pero es probable que esta tendencia sea insostenible a largo plazo, sobre todo porque muchos empleos requieren un trabajo manual que los trabajadores de más edad no pueden realizar.
No hay una explicación consensuada para el descenso del número de adultos en edad productiva que trabajan o buscan empleo. Las teorías van desde la epidemia de opioides a los bajos salarios, pasando por las excesivas prestaciones sociales que hacen demasiado fácil no trabajar. Independientemente de la causa, el déficit de trabajadores ha sido citado por la Junta de la Reserva Federal como una de las razones de la obstinada inflación, y su respuesta ha sido subir repetidamente los tipos de interés.
Aumentar la inmigración podría ser una forma plausible de generar más trabajadores a corto plazo. Según un estudio del Instituto Cato, los inmigrantes y sus hijos han representado el 70% del crecimiento del número de trabajadores en edad productiva desde 1995.