Los casos de Siria y Venezuela: Repensar las relaciones globales con regímenes represivos

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Sirira
Resumen: Los líderes árabes han aceptado que el presidente sirio Bashar al-Assad vuelva a formar parte de su alianza, mientras que los líderes latinoamericanos y el Gobierno de Biden se muestran cautelosos con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Ambos países se enfrentan a crisis económicas y humanitarias bajo regímenes represivos, lo que plantea interrogantes sobre cómo apoyar las aspiraciones de sus ciudadanos a una mejor gobernanza. Este artículo explora los retos y los beneficios potenciales de esta nueva estrategia de paciente fomento de la confianza.

En menos de un año, la comunidad mundial ha acogido con cautela el regreso de una nación paria. Los líderes árabes han aceptado al presidente de Siria Bashar al-Assad en su alianza regional tras más de una década de aislamiento debido a presuntos crímenes de guerra, incluido el uso de armas químicas contra su propio pueblo. Del mismo modo, los líderes latinoamericanos y el gobierno de Biden han empezado a dialogar con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, tras años de agitación económica y política en el país.

Estos movimientos diplomáticos plantean importantes cuestiones sobre cómo apoyar eficazmente a los ciudadanos que viven bajo gobiernos opresivos para que logren una mejor gobernanza. Algunos sostienen que la reintegración de líderes como Assad debería exigir primero cambios tangibles sobre el terreno que satisfagan las aspiraciones de su pueblo. Sin embargo, estos acontecimientos también ponen de relieve la dinámica cambiante de la gobernanza mundial, a medida que las naciones de Oriente Medio y América Latina tratan de redefinir su papel en medio de las crecientes rivalidades entre las grandes potencias.

Las crisis de Siria y Venezuela se han desarrollado simultáneamente, y ambas naciones se enfrentan a graves problemas económicos y humanitarios. La mayoría de los sirios y venezolanos viven en la pobreza, y millones se han visto desplazados por el conflicto y el colapso económico. A pesar de la imposición de sanciones económicas por parte de Estados Unidos y otros países occidentales, tanto Assad como Maduro han conseguido mantenerse en el poder.

A la luz de estas realidades, los países están explorando una nueva estrategia de paciente creación de confianza. Este enfoque tiene como objetivo restablecer gradualmente los lazos con estas naciones, con la esperanza de que un mayor compromiso y cooperación conduzcan a mejoras en la gobernanza y los derechos humanos. Por ejemplo, el nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha dado prioridad a las relaciones con Venezuela para promover la paz y la estabilidad en la región.

Mientras el mundo se compromete cautelosamente con Siria y Venezuela, queda por ver si esta nueva estrategia dará mejores resultados que las anteriores medidas punitivas. Sin embargo, la búsqueda de una confianza paciente puede ofrecer la oportunidad de fomentar nuevas alianzas y promover la difusión de los valores y normas occidentales. En última instancia, este enfoque podría crear vías más eficaces para abordar los complejos retos a los que se enfrentan los países sometidos a regímenes represivos.

Los críticos sostienen que este tipo de aperturas diplomáticas no deberían producirse sin cambios mensurables en estos países, especialmente en materia de derechos humanos y corrupción. La aceptación del regreso de Assad a la Liga Árabe, insisten, sólo debería producirse tras un cambio tangible hacia la democracia y el cese de los crímenes contra la humanidad en Siria. Del mismo modo, cualquier compromiso con el régimen de Maduro debería estar vinculado a avances sustanciales en la lucha contra la corrupción y el restablecimiento de los principios democráticos en Venezuela.

A pesar de estas preocupaciones legítimas, los defensores de la estrategia paciente de creación de confianza creen que ofrece una alternativa viable a las medidas punitivas que hasta ahora no han logrado el cambio. Sugieren que un compromiso sostenido, combinado con una atención especial a la promoción de los derechos humanos y la democracia, podría ejercer una influencia más positiva en estos países paria.

Esta estrategia también puede brindar la oportunidad de redefinir cómo se ejerce la influencia en las relaciones internacionales. Según el experto en Siria Malik al-Abdeh, el cambiante panorama geopolítico ofrece la oportunidad de considerar la influencia no sólo como una competición por el poder, sino como una búsqueda de mejores ideas y valores que puedan fomentar nuevas alianzas.

Las crisis de Siria y Venezuela subrayan la necesidad crítica de estrategias eficaces para apoyar a los ciudadanos sometidos a regímenes opresivos. Ambas naciones se han visto asoladas por el colapso económico y la represión política, lo que ha provocado una pobreza y un desplazamiento generalizados. Assad y Maduro se han mantenido en el poder gracias a la corrupción, las redes clientelares y la represión de la disidencia.

En respuesta, Estados Unidos y otros países occidentales han impuesto sanciones económicas para obligar a estos líderes a abandonar el poder. Sin embargo, estas medidas punitivas no han logrado desalojar ni a Assad ni a Maduro, al tiempo que han agravado el sufrimiento de sus pueblos[17]. En consecuencia, algunas naciones están renovando con cautela sus lazos económicos con Siria, mientras que la administración Biden ha ofrecido reanudar las compras de petróleo a Venezuela a cambio de reformas democráticas.

El mundo está adoptando ahora un nuevo enfoque con Siria y Venezuela: el fomento paciente de la confianza. Esta estrategia reconoce que la coerción punitiva no ha funcionado y pretende generar confianza mediante un compromiso prudente. Queda por ver si este enfoque logrará fomentar una mejor gobernanza y los derechos humanos en estos países. Sin embargo, su aplicación indica la voluntad de explorar nuevas vías para abordar los complejos retos que supone tratar con naciones parias.
Palabras clave: Siria, Venezuela, naciones parias, gobernanza, Liga Árabe, Bashar al-Assad, Nicolás Maduro, fomento de la confianza paciente, diplomacia, derechos humanos, corrupción.

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