Se levantan con el alba, pero ya no para ir a los inactivos pozos de oro negro que rodean sus comunidades. Los hombres de los pueblos petroleros de Venezuela, que en antaño extraían el «oro negro» que hizo próspero al país y actualmente tanto se necesita por la crisis energética mundial, ahora tienen que sembrar, reparar bicicletas o cazar para poder alimentar a sus familias.
Son hombres del oriente venezolano que crecieron en los pueblos del noroeste de Monagas, estado parte de la Faja Petrolífera del Orinoco, donde, según datos de Petróleos de Venezuela (PDVSA), la reserva asciende a 279.117 millones de barriles, muy por debajo de los 300.878 millones de 2016.
Pero la producción ya no alcanza para el sustento de los pueblos petroleros. Quienes viven en Punta de Mata o Santa Bárbara -en Monagas- padecen el declive de la industria, que pasó de producir un promedio de 3 millones de barriles diarios (bpd) antes de la llegada del chavismo al poder a 728.000, en la actualidad, según cifras de marzo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
La inversión y el mantenimiento quedaron bajo mínimos, y las ganancias no son suficientes para generar el empleo y la riqueza de antaño, por lo que los ingresos reducidos van a parar, únicamente, a las arcas del régimen, según explicó a EFE el extrabajador petrolero y residente de la comunidad de Tejero Viejo -Santa Bárbara- Héctor Prieto.
«Tenemos más de 116 pozos que generan ingresos al Estado, que generan ingresos al municipio, que generan ingresos al país y por los que no tenemos ni siquiera ningún beneficio», manifestó.
Fuente: Panampost