Al padecer de una discapacidad le resulta imposible conseguir trabajo e incluso realizar la mayoría de las actividades cotidianas del hogar. Yuli Castillo es una mujer de 37 años que reside en lo más profundo del barrio El Morrocoy, al oeste de la ciudad de Barquisimeto, capital del estado Lara.
En un rancho que se sostiene con cuatro latas de zinc, tanto ella como sus hijos y su esposo pasan los días. Este último tampoco ha conseguido trabajo no solamente por su avanzada edad; tiene cáncer en etapa metastásica en uno de sus ojos.
Pese a las adversidades, ambos luchan contra la pobreza extrema, siempre encomendándose al amparo de Dios.
“Vivimos por la misericordia de Dios, primero, y segundo, por las ayudas que recibimos de nuestras amistades y vecinos. No puedo tomar una computadora, siquiera sujetas confuerza algunas cosas. Mi esposo incluso me ayuda al lavar la ropa”, confiesa.
La familia recibe los bonos que entrega la administración de Nicolás Maduro. Yuli busca alimentos en comedores populares, aunque el menú que allí ofrecen no cumple con lo requerido para una alimentación balanceada. Aunque no es de su agrado, recurre a esta alternativa.
Aunque sufren muchas carencias y viven grandes dificultades, la familia lucha por mantenerse junta. Estar separados no es una opción para ella. “Hazlo por mis hijos, no por mi. Ayúdame hasta el final”, le pide su esposo de 70 años debido a la enfermedad ocular que padece.
Además de la precariedad alimenticia, la crisis de servicios básicos en el sector agrava mucho más la condición de la familia. Pese a lo difícil de los días, mantienen su fe en Dios.
“Mi esperanza, primeramente, está en Dios. Que Él nunca les falte a mis hijos, y ellos confían en mi”, confiesa la mujer.
Fuete: VPITV