En medio de la crisis económica de Venezuela y sin dinero para comprar comida y ni siquiera cortarse el cabello, Franklin Iriarte decidió invertir en una máquina de afeitar y ofrecer el servicio a domicilio.
Cortar cabello en distintas barberías ha sido su trabajo en los últimos 10 años, pero con la cuarentena impuesta en el país en marzo del 2020 por la pandemia del COVID-19, Iriarte comenzó a trabajar por su cuenta.
«Yo quería un local, pero lamentablemente un local ahorita lo que te piden de alquiler es lo que tú tienes (…) no me alcanzaba» el dinero para cubrir el arriendo, relató Iriarte, de 38 años, casado y con dos hijas pequeñas.
Fue un colega y un cliente quienes le sugirieron comprar un bus y tener una «barbería móvil», como existen en otros países, y hace siete meses compró un bus usado con el dinero de la venta de su auto.
Cada corte de cabello lo cobra en 5 dólares. Aunque el salario mínimo para empleados públicos es apenas 3 dólares por mes, Iriarte puede cobrar su tarifa porque muchos venezolanos que trabajan en el sector privado ganan más o reciben remesas de familiares que han huido a otros países en medio de la crisis.
Venezuela ha enfrentado un colapso económico con elevada inflación que ha golpeado el ingreso de las familias. Y aunque desde 2019 se flexibilizaron los controles al sector privado permitiendo mayores transacciones en divisas, la medida no ha sido suficiente para una recuperación total de la economía.
Iriarte dijo que aunque no sabía de mecánica, él mismo arregló el vehículo, lo pintó de blanco, instaló aire acondicionado, sillas en el interior y espejos. En diciembre lo tenía listo para comenzar a trabajar en una zona de La Guaira, a unos 30 kilómetros de Caracas, sobre la costa norte del país.
El proceso de reparación «no fue nada fácil porque llegó un momento en que en la nevera ya no tenía comida (…) era entre mantener la comida de la casa y mantener el proyecto» de tener el bus listo, agregó.
Iriarte maneja el bus y lo desplaza por diversas zonas. Trabaja de lunes a sábado desde las 8.00 y algunas veces hasta las 21.00, cuando atiende a clientes que vienen de sus labores.
«Gracias a Dios la aceptación ha sido muy buena», relató.
Fuente: Infobae