La escena de la mujer, que ha sido identificada como Irma, revela dos dramas: el migratorio en la frontera y la decadencia de Venezuela, que ha forzado la huida de 5,5 millones de personas en los últimos años
Es una imagen que se repite cada día en el Río Bravo: cientos de migrantes y refugiados lo navegan o lo cruzan a pie, en sus puntos más bajos, con la esperanza de ser acogidos en territorio estadounidense y encontrar un futuro mejor. Pero hay escenas, como la que protagonizó este miércoles una anciana venezolana, que impactan especialmente por su crudeza. El cuerpo casi inerte de la mujer, con camiseta rosa fucsia, pantalones grises de felpa, mascarilla y una alianza en su mano izquierda, es cargado por otro migrante para pasar las aguas que dividen México y Estados Unidos hasta llegar a Del Río, en Texas, como muestran las imágenes del fotógrafo Go Nakamura, de la agencia Reuters.
La llegada de la anciana se produjo junto a decenas de venezolanos más, según muestran los vídeos y fotos de los periodistas presentes en ese punto de la frontera texana: hombres jóvenes ayudando a mujeres, madres que cargan a bebés o que llevan de la mano a niños con muñecos y otros que se arrodillan, se abrazan y lloran tras tocar suelo estadounidense, a la que alguno llama “tierra bendita”.
En Estados Unidos, el Gobierno de Joe Biden anunció a principios de marzo un estatus de protección temporal (TPS, en sus siglas en inglés) a los venezolanos que estaban indocumentados en esa fecha por la “crisis humanitaria” que vive su país bajo el régimen de Nicolás Maduro, una medida que les permitiría residir de forma legal y trabajar. Según la Casa Blanca, el programa beneficiará a unos 320.000 ciudadanos que ya estaban en suelo estadounidense cuando se aprobó la medida, pero excluye a los llegados a partir de esa fecha.
Mala suerte para el grupo en el que llegó Irma, que en la frontera se encontró con otro drama que tampoco parece tener fin: el de una crisis migratoria por la que decenas de miles arriesgan su vida cada año. Solo en el mes de abril, la Patrulla Fronteriza tuvo más de 178.000 encuentros con personas indocumentadas, la mayor cantidad en 15 años. La mayoría de ellos fueron devueltos de manera inmediata a México por la aplicación del Título 42, una medida implementada por la Administración de Donald Trump por la crisis del coronavirus y que ha mantenido la de Biden que implica el cierre de la frontera terrestre a actividades no esenciales y a nuevos casos de asilo.
Aunque Biden ha abierto la puerta a algunas excepciones, como los menores no acompañados, algunas familias con niños muy pequeños o a las que considera más vulnerables, la norma está enviando a cientos de miles de migrantes de regreso a peligrosas ciudades del norte del país vecino, donde muchas veces quedan expuestos al crimen organizado y a la incertidumbre. Hace unas semanas, se hicieron virales las imágenes de una anciana hondureña de 93 años que huía de la violencia y que cruzó el Río Bravo en una balsa donde también llevaba su silla de ruedas. La mujer, que viajaba con su hija, les dijo a los periodistas entonces que quería reencontrarse con su nieta en Nueva Jersey, pero fue expulsada a Reynosa (Tamaulipas), donde murió unos días después.
Fuente: El País, España