El plan privatizador de Nicolás Maduro para recuperar la moribunda industria petrolera de Venezuela

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El actual panorama en Venezuela es tan extravagante y contradictorio como la propia deriva de la crisis que ha construido el chavismo y su actual regente, Nicolás Maduro.

Sin capacidad de escapar de esa tremenda encerrona, el régimen ha girado en el aire, buscando atraer a las grandes corporaciones transnacionales del crudo para aprovechar los nuevos vientos de la privatización del negocio petrolero.

El plan es captar inversiones por más de 76.000 millones de dólares este año y Rusia es el gran administrador de esa aventura.

La moribunda Petróleos de Venezuela (PDVSA), la otrora quinta corporación petrolera mundial, quiere renacer de sus cenizas con inversiones privadas locales y extranjeras para recuperar la industria petrolera y gasífera.

El dispositivo de la privatización se construye oculto bajo la figura de empresas mixtas.

Pero Maduro y su grey tienen un problema. Dentro de su propia fuerza política hay una fuerte oposición a esta salida “capitalista” que incluso, en los extremos de la fidelidad al relato chavista, le achacan “inclinaciones liberales” al mandamás venezolano que ha dolarizado el país para ocultar al cadáver insepulto del bolívar.

En los 22 años de chavismo, la corporación venezolana, cuyas exportaciones de 3,3 millones de barriles diarios le aportaban el 92% de sus ingresos al país sudamericano, redujo su producción por incapacidad, impericia, falta de inversión y corrupción, hasta 400.000 barriles.

Hace una semana subió el bombeo a más de 600.000 barriles por día pero la meta de aumentarlo a 1,5 millones este año, como prometió Tareck El Aissami, el ministro de Petróleo y arquitecto de la apertura del negocio, se ve más que difícil.

En su intento por salir a flote y mantener el poder, Maduro profundizó su asociación con Rusia, además de las que mantiene con China, Irán, Cuba y Turquía, sus aliados de estos años. Esos acuerdos implican un giro significativo con la incorporación de capital privado en empresas mixtas petroleras y gasíferas. Es un convite para todo el mundo, también especialmente para el viejo enemigo de EE.UU.

Economía en picada
El trasfondo de estas mutaciones son los indicadores aterradores de la economía venezolana. “Nunca un país había crecido tan rápido gracias a la aparición del petróleo. Nunca un país se destruyó tan rápido gracias a la aparición de la revolución. Hiperinflación en 41 meses, caída del PBI acumulado entre 2013 y 2021 del 83,1%, pobreza total 96,2%, pobreza extrema 79,3%, desempleo 58,4%”, resume el economista Jesús Cacique a Clarín, basándose en las cifras del FMI.

Si al triste panorama previsto para el segundo año de la pandemia de coronavirus se le suma la inflación de 5.500%, con un ingreso del salario mínimo de 0,50 centavos de dólar mensual, explica que otro millón de venezolanos busque emigrar para sumarse a los 5,5 millones que ya han escapado de la miseria. El éxodo supera el récord de Siria pero sin haber tenido una guerra.

Moscú ha sido central en la demanda para que Caracas arrebate el control del Parlamento como hizo en las sospechosas elecciones de diciembre pasado para formalizar el paquete legislativo que sostenga el traspaso del sector petrolero y minero a los capitales privados.

La alianza es tal que en marzo de 2019 la filial de PDVSA en Europa mudó sus oficinas de Lisboa a Moscú cuando empezó el bloqueo de EE.UU. contra las operaciones de la petrolera venezolana.

La nueva oficina domiciliada en la céntrica calle de Arbat en Moscú fue registrada el 6 de agosto de 2019 y ya está funcionando, declaró el responsable de la oficina, Andréi Grichayev a la agencia de prensa rusa RIA. «Empezamos el trabajo», añadió.

El “trabajo” es el manejo de las cuentas internacionales de la empresa, una operación que se realiza con el secretismo clásico que la Rusia capitalista actual mantiene desde sus épocas comunistas.

Parte de la seducción a los capitales ha sido la integración con dos dirigentes de la oposición en el Consejo Nacional Electoral que conducirá las próximas elecciones regionales y presidenciales.

​Son dos hombres del socialdemócrata Henrique Capriles, un duro opositor pero proclive a impulsar negociaciones y que canaliza el interés del empresariado venezolano por la apertura del negocio petrolero.

Empresas de Estados Unidos
Delcy Rodríguez, la vicepresidente del régimen chavista, confía, por ejemplo, en que la empresa norteamericana Chevron como operadora y otras cuatro compañías de servicios -Weatherford, Halliburton, Baker Hughes y Schlumberger-, que no se han ido de Venezuela, continúen operando.

La funcionaria defiende una llamada «ley antibloqueo», cuyos fundamentos y articulado son secretos, posiblemente porque generarían una enorme turbulencia dentro de las ramas políticas del régimen.

“Sin duda la ley antibloqueo puede permitir que las empresas norteamericanas traigan más inversiones… Lo que está en la ley son formas novedosas, asociativas distintas para que se pueda garantizar el desarrollo económico y la expansión de la inversión en Venezuela tanto nacional como internacional”, afirma la vicepresidente.

Hay sanciones es cierto, pero están dirigidas a PDVSA. Si los campos de exploración o explotación salen de su influencia, no habría sanciones para las compañías que operen. Una razón, posiblemente, que explica que las firmas norteamericanas no se han ido.

PDVSA en Moscú se refuerza con los vuelos quincenales que abrió la empresa aeronáutica chavista “Conviasa”. Su viaje inaugural de esta semana trajo 90 operadores rusos, incluido el actor estadounidense Steven Seagal, que se nacionalizó ruso para representar a Moscú en su Servicio Exterior.

Fuente: El Clarín