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«Mami: voy saliendo del aeropuerto Viru Viru, de Santa Cruz (Bolivia). Iré hasta Medellín. Llamo cuando llegue».
Eso es lo último que sus familiares escucharon de Miguel Alejandro Quiroga Murakami, el piloto boliviano del vuelo CP-2933 de la aerolínea Lamia que se estrelló en Colombia el lunes por la noche con 77 personas a bordo, entre ellas el equipo brasileño de fútbol Chapecoense.
Es un mensaje de voz que Quiroga, de 36 años, compartió con sus parientes en un grupo de WhatsApp, según contaron estos a los medios de comunicación colombianos.
El accidente ocurrió en una zona montañosa de difícil acceso en el Cerro Gordo, en el departamento de Antioquia, cuando estaba próximo a aterrizar en el aeropuerto José María Córdova de Medellín, y en él fallecieron 71 personas y seis sobrevivieron.
Pero el mensaje que, tal como reconocieron a los medios locales, su familia escucha constantemente desde que supo de la desgracia no es el último en el que se escucha la voz de Quiroga.
El miércoles los medios colombianos divulgaron una grabación entre él y la torre de control del aeropuerto José María Córdova que revela que el avión se declaró en emergencia por falta de combustible y una falla eléctrica.
«Señorita, Lamia 933 está en falla total, falla eléctrica total, sin combustible», se le oye Quiroga decir en la grabación, de extractos del diálogo.
«Vectores, vectores», es lo último que le escucha decir, pidiendo orientaciones para aproximarse al aeropuerto, y la torre contesta que lo perdió en el radar.
«Siempre ayudando»
Nada más se conoce sobre lo que ocurrió entre ese momento y el instante en el que el avión, una aeronave modelo BAE 146 Avro RJ85, se estrelló.
Pero «nos queda saber la calidad de persona que era Micky, siempre ayudando, preocupado por solucionar problemas, poniendo el hombro arriba», le dijo Denise Pinto, una familiar del piloto, al diario colombiano El Tiempo.
«Sabemos que Miguel hizo todo lo imposible para salvar a su tripulación y a todas las personas que iban en ese vuelo», prosiguió.
«Sabemos lo que significaron para él esos momentos previos al accidente, donde seguramente vio que iba a pasar lo inevitable y que todas las personas perderían la vida».
Pinto aclaró que la familia se mantendrá al margen de las especulaciones sobre las causas del accidente.
De momento «la hipótesis más fuerte» es que la aeronave no tenía combustible suficiente para realizar el vuelo desde Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, a Medellín, en Colombia, tal como informó el secretario de seguridad de la Aeronáutica Civil de Colombia, coronel Fredy Bonilla.
Las dos cajas negras halladas en la zona- información confirmada por el ministro de transporte colombiano Jorge Eduardo Rojas- servirán para esclarecer lo sucedido momentos antes del impacto.
«Experimentado» y familiar
Pero mientras eso ocurre, la familiar del piloto insiste en que Quiroga tenía experiencia y capacidad suficiente para pilotar.
«Si nos vamos a su currículo, él tiene capacitaciones en el extranjero, exámenes y experiencia de la Fuerza Aérea de Bolivia», le dijo Pinto a El Tiempo.
Quiroga se graduó de la Academia de Aviación de Bolivia en 2002.
Después fue militar. Para ello se formó en el Liceo Teniente Edmundo Andrade, en Chuquisaca, Bolivia, en el Colegio Militar de Aviación (Colmilav) y en la Fuerza Aérea Boliviana.
Pero hace cinco años retomó su carrera de piloto y «decidió dedicarse más a su familia», aseguró Pinto.
Quiroga estaba casado con Daniela Pinto, hija del senador boliviano opositor Roger Pinto, y con ella tenía tres hijos.
Y aunque vivía en Santa Cruz, su pariente dijo que cada vez que tenía tiempo libre visitaba a su familia en Epitaciolândia, un municipio de Brasil situado cerca de la frontera con Bolivia.
«Se pasaba tres meses fuera en viajes, pero al volver se quedaba en su casa con su hijos y los llevaba a pasear. Eran su tesoro», dijo Milena Quiroga, la prima del piloto, a los medios brasileños.
«Era una persona feliz y realizada».
Piloto y empresario
Quiroga forjó parte de su experiencia en el aire en la compañía Ecojet, donde hacía vuelos regulares dentro de Bolivia.
Y en 2013 se convirtió en capitán de Lamia (Línea Aérea Mérida Internacional de Aviación), una compañía que solía funcionar en el estado Mérida, en el noroeste de Venezuela, antes de trasladar por completo su operación a Bolivia hace dos años.
Pero Quiroga no era sólo el piloto de la aerolínea, también era su dueño, junto a su socio y colega Marco Rocha Venegas.
«Lamia se había especializado desde hace algunos meses en vuelos comerciales con equipos deportivos. El piloto, Miguel Alejandro Quiroga Murakami, era el dueño de la compañía. Él la fundó con un coronel que no estaba en ese vuelo», le explicó Rocha Venegas al medio digital Kienyque.com.
Hoy, de los empleados que tenía la empresa, solo ocho quedan con vida.
Los otros siete murieron en el accidente del lunes, junto a 19 de los 22 jugadores del equipo de fútbol brasileño Chapecoense que iban en el vuelo, dirigentes y allegados del club y periodistas.
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