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SANTIAGO DE CHILE, 28 Nov. 16 / 08:05 pm (ACI).-
La Iglesia San Francisco ubicada en Santiago de Chile, ha sufrido incendios, pintas y fuertes terremotos, pero es la única obra arquitectónica del país que en 2018 cumplirá 400 años como testigo fiel de los albores de la patria, la fe y la evangelización.
Cuando Chile aún era una capitanía general dependiente del Virreinato del Perú, Pedro de Valdivia encargó a los hermanos franciscanos edificar el templo en el mismo lugar donde él había levantado la ermita a la Virgen del Socorro, imagen muy pequeña que el conquistador español trajo en la montura de su caballo.
Luego de 32 años de construcción, la Iglesia San Francisco fue inaugurada en 1618 y fue posible por el aporte económico de la corona española y los habitantes de la ciudad más el esforzado trabajo de los indígenas del lugar llamados yanaconas.
Los franciscanos se encargaron no solo de que se cumpliera la orden de Valdivia sino además, en su afán de evangelizar a los pueblos americanos, que cada habitante se sintiera parte importante en la edificación del templo y del pueblo de Dios.
La historiadora del arte del Centro de Estudios del Patrimonio de la Universidad Adolfo Ibáñez, María José Castillo, explicó a ACI Prensa que la espiritualidad franciscana se caracteriza porque “se ponen en lugar del otro. Y la divinidad del ser humano para ellos es tremendamente importante. Para ellos el indígena era un igual y ese igual debía ser tratado con la misma dignidad”.
La iglesia construida en el siglo XVI se ubicó afuera de la ciudad de Santiago en la orilla de un antiguo brazo del río Mapocho que hoy corresponde a la avenida Alameda.
Debido a fuertes terremotos, el templo fue reconstruido y restaurado. Incluso a mediados del siglo XX se propuso demolerlo para ensanchar la Alameda dado el aumento de vehículos. Pero, su importancia es tal que incluso fue declarada Monumento Histórico en 1951. Siempre ha representado una esperanza para la comunidad.
“Las iglesias son lo primero que se construyen antes que los edificios civiles” y si ocurre un terremoto y se comienza primero a “reconstruir y alhajar estos templos significaba que había un plan de reconstrucción para la ciudad completa. Por lo tanto, para los habitantes había una esperanza de que pronto el resto de la ciudad iba a ser levantada al igual que el templo, que era el foco más importante de la ciudad”, explicó Castillo.
En 1628 se entregó el convento a la comunidad franciscana, edificado al lado de la iglesia. Y en 1969 se destinó el primer piso al Museo de Arte Colonial de San Francisco compuesto por seis salas donde se encuentran obras de arte que se usaron en la época para la evangelización.
La historiadora del Arte y guía del museo, Daniela Ponce, conversó con ACI Prensa y explicó que “era común que se hicieran grandes series y ciclos de santos, de personajes bíblicos, de la Virgen María porque era la forma de ir enseñando las virtudes y características del catolicismo, de esta nueva religiosidad que estaba presentando en el mundo americano”.
Ese arte colonial se caracterizó por las influencias del barroco, un estilo europeo que utilizaba imágenes que apelaban al sentimiento, como rostros sufrientes, expresiones de dolor, ojos de vidrio y cabello natural, y que permitían recordar lo escuchado, debido a que muchos eran iletrados.
Otro elemento que da vigencia a este lugar es que alberga la colección más importante de Sudamérica de la vida de San Francisco: 54 lienzos hechos por artistas cusqueños en un proceso que duró aproximadamente 16 años.
Asimismo, el espíritu franciscano fue legado a las calles aledañas al lugar que llevan los nombres de: San Francisco, San Diego (de Alcalá) y San Antonio (de Padua). Este último ha tenido una relevancia particular.
“Gracias a la devoción de San Antonio de Padua se mantiene el comedor solidario, donde la gente ofrece el ‘Pan de San Antonio’ que es dar el desayuno a la gente de calle”. El Santo tuvo mucha popularidad en la época porque además la puerta lateral del templo correspondía a la ubicación de su altar, que daba hacia la actual calle San Antonio”, explicó Ponce.
“El valor patrimonial que tiene la Iglesia San Francisco es que es la construcción fechada más antigua de Chile. También, el museo se enfoca en los estudiantes, turistas y personas con discapacidad. El museo es potenciador del gran patrimonio que tiene la Orden franciscana”.
“Asimismo, el jardín es un ‘oasis de paz’ dentro de la capital donde hay silencio y se disfruta de los animales” que a semejanza de San Francisco de Asís “los hermanos han querido mantener”, agregó la guía.
El superior de la fraternidad San Francisco de Alameda y director del museo, hermano Manuel Alvarado, destacó que “el edificio mantiene su vigencia y su razón de ser” porque “siempre ha vivido una fraternidad religiosa hasta el día de hoy” que no ha cesado la vida pastoral que partió en 1929 “a través de la parroquia, a través de los comedores”.
“La cultura siempre ha estado presente en la forma de vida de los hermanos. Este convento guarda la biblioteca más significativa de textos coloniales. Todo lo que fue la arquitectura y todo lo que son las formas de arte que se dieron en la colonia que hablaban la Evangelización”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 28 de noviembre de 2016
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