El ruego por las lluvias se hace cada vez más fuerte en Bolivia

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“Lluvia, Señor”, “parachimuy tatay (Padre haz que llueva)”, “estamos muriendo por agua”. El ruego resonó en la localidad boliviana de Tarata durante la procesión por la festividad de San Severino, popularmente conocido como el “santo de las lluvias”.

Desde hace varios meses el tema del agua viene acaparando la atención de todos los bolivianos debido a la situación generada por una intensa sequía, aspecto que tiene al gobierno sin descanso y tomando medidas.

Una de las últimas noticias al respecto y que generó conmoción, a pesar de que además del agua está vinculado con el cambio climático, tiene que ver con lo ocurrido con el departamento de Oruro, pues otro de los lagos más importante de Bolivia, el Uru Uru, también se secó (el febrero había pasado lo mismo con el Poopó) .

La situación puede calificarse de catastrófica y afecta a miles de pobladores, además de animales y plantas.

Pero el ruego por el agua se hace cada vez más fuerte en Bolivia. En primera instancia la plegaria había provenido de niños de Chuquisaca, luego de un grupo de feligreses en Potosí. Ahora, la súplica por el agua volvió a resonar con fuerza durante la festividad de San Severino, que se celebra el último domingo de noviembre.


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La jornada estuvo marcada por rezos, bailes y oraciones para pedirle al santo que interceda con la “bendición del agua”.

La celebración religiosa estuvo precedida por el párroco local Carmelo Galdós, quien también se unió a los ruegos locales, recoge Los Tiempos de Cochabamba.

Carlos Moreira es agricultor y fue uno de los participantes de la celebración. “He venido desde Punata para pedir lluvia a San Severino, este año ha sido muy seco, mucho hemos sufrido. Este año he dejado de sembrar maíz por falta de agua, necesitamos lluvia. Él siempre nos manda lluvia, si no va a llover hoy (ayer), seguro llueve mañana”, señaló.

¿Por qué santo de las lluvias?

La imagen de San Severino, un militar romano que se convirtió al cristianismo, cuya fe lo terminó convirtiendo en mártir, llegó a la localidad boliviana de Tarata en el año 1835 de la mano de los franciscanos.

Según aclaró el propio presidente del Concejo Municipal de Tarata, Raúl Salinas, a Los Tiempos de Cochabamba, cuando en el año 1975 una sequía también afectaba la región, el santo fue sacado del convento y los feligreses hicieron una oración por el agua.  Por ese entonces una fuerte lluvia cayó en el lugar y salvó a los pobladores y a la cosecha de aquel año. Desde aquel año este santo es venerado como el patrón de las lluvias.  

Cinco minutos de esperanza

Durante la jornada en honor a San Severino una leve llovizna que duró cinco minutos fue interpretada, indican las crónicas, como una señal de esperanza.

Lejos de un aguacero, el agua que cayó fue insuficiente para calmar la sed de la tierra y los pobladores locales, pero al menos retumbó como señal de que nada está perdido. Los propios devotos se encargan de afirmar que el santo nunca defrauda.

 

 

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