El régimen cubano se entrega a la nostalgia en el último viaje del comandante

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El régimen castrista quiere despedir a su creador con la misma fanfarria triunfal con la que entró en la historia y ha preparado una caravana fúnebre que recorrerá Cuba de oeste a este para que los cubanos puedan rendirle un último homenaje.

La idea es brindar al comandante Fidel Castro su último baño de masas, póstumo esta vez, y que el cortejo con su cadáver complete a la inversa el recorrido que él y sus compañeros guerrilleros hicieron desde Santiago de Cuba hasta La Habana en loor de multitudes tras el triunfo de la Revolución aquel ya lejano enero de 1959. La caravana de la libertad lo llamaron.

La ruta seguida por los entonces jóvenes rebeldes arrancó en Santiago de Cuba para culminar con una apoteósica entrada en La Habana. Esta vez sucederá al contrario. La comitiva con el cadáver de Fidel partirá de la capital cubana para terminar en Oriente.

Los restos mortales del dictador permanecerán todavía dos días más en la Plaza de la Revolución de La Habana, donde tantas veces arengó a una multitud entregada. El martes tendrá lugar el funeral de estado, en el que se espera la asistencia de numerosos líderes mundiales, aunque por ahora son pocas las confirmaciones. Una de ellas es la del Rey emérito de España, Juan Carlos I.

Putin no irá

También se da por descontada la presencia de los presidentes de los países principales del bloque de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el presidente boliviano Evo Morales, el venezolano Nicolás Maduro, el ecuatoriano Rafael Correa y el nicaragüense Daniel Ortega.

Probablemente acudan además exmandatarios como el brasileño Luiz Inacio «Lula» da Silva, la argentina Cristina Fernández o el uruguayo Pepe Mujica, que mantuvieron una estrecha relación con el líder fallecido. La que no estará será la primera ministra británica, Theresa May. Un portavoz de Downing Street aseguró que Londres enviará «una representación del nivel apropiado». Otra ausencia destacada será la del presidente ruso, Vladímir Putin. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, alegó que la agenda del presidente está repleta estos días.

Hay quien interpreta esta ausencia como un gesto conciliador de Putin hacia Donald Trump, que, al poco de conocer la noticia de su muerte, describió a Castro como un «dictador brutal» y se ha desmarcado de la política del deshielo iniciada por Obama. Putin y Trump han intercambiado comentarios elogiosos.

Será el miércoles cuando la comitiva con las cenizas de quien rigiera los destinos del país durante más de medio siglo partan con rumbo a Santiago, un viaje que durará cuatro días y concluirá el próximo sábado con otro homenaje en la ciudad oriental, considerada la cuna de la Revolución.

Allí, en la plaza de Antonio Maceo, tendrá lugar un acto masivo de homenaje a la figura del dictador fallecido. Finalmente, sus cenizas serán inhumadas en el cementerio de Santa Ifigenia de la ciudad, en una ceremonia que, tras tantas muestras de duelo masivo, se espera íntima y familiar. Allí en Santa Ifigenia, Castro descansará junto al héroe de la independencia cuabana José Martí.

Aquel lejano enero

Fue en la madrugada del 2 de enero de 1959 cuando Castro y el resto de guerrilleros de Sierra Maestra, aplastada la resistencia de las fuerzas a las órdenes del dictador Fulgencio Batista, partieron de Santiago en una caravana triunfal aclamada en distintos puntos del país. Tomaron la carretera central hasta Palma Soriano. Ya en la población de Santa Rita perciben el entusiasmo popular.

Aunque luego la negarían con pertinacia, los revolucionarios representaban entonces la esperanza en la democracia. Para entonces Fulgencio Batista había volado ya del país con rumbo a la República Dominicana de su aliado Rafael Trujillo, otro dictador.

Al borde de la medianoche, la expedición recala en Bayamo. A primera hora de la tarde del 3, llegan a Holguín, donde Fidel da su primera entrevista a la prensa ya sin Batista en Cuba. La siguiente escala sería Camagüey. En la plaza de La Caridad Castro enardece a la multitud que ha salido a su encuentro con un discurso en el que proclama el inicio de la era de la libertad en Cuba: «La libertad es la libertad para empezar a tener el derecho a luchar». Ese mismo día, el futuro dictador se encuentra con Camilo Cienfuegos y ambos estudian la situación en el país tras la partida de Batista.

De allí, Castro pasa a la bella Cienfuegos, donde vuelve a dirigirse a la muchedumbre que sale a su encuentro en el parque José Martí. La provincia de Matanzas sería también escenario de la exaltación revolucionaria y la comandita recorre diferentes predios en ella.

En el Malecón

Finalmente, el 7 de enero la columna de los victoriosos insurrectos hace su entrada en el Malecón de una Habana entregada. Los habaneros se rinden a la juventud rebelde de los Fidel, Raúl, el «Che» y Camilo Cienfuegos, mientras el mundo entero asiste al nacimiento de un mito.

Cuba se adentraba en el invierno de la dictadura. Pocos entonces imaginaron la naturaleza del proyecto de estado de aquel joven abogado hijo de un gallego, que embelesó a un continente entero y que ahora emprende su último viaje convertido en justo aquello contra lo que se levantó, un dictador acabado.

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