Diego Moya-Ocampos: El fin de la era Castro será en 2018

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La muerte de Fidel no conllevará a una reforma política democrática en Cuba pero la transición hacia nueva generación comunista amparada por el efectivo aparto represivo y comunicacional de la Habana ya está en marcha.

A pesar de todo el ruido en medios y círculos diplomáticos sobre la muerte del ex líder Cubano Fidel Castro, quien gobernó Cuba por más de 50 años con mano de hierro, esta tendrá poco o ningún impacto en términos de estabilidad política en la isla. No cambiara el sistema político de partido único ni conllevara a una transición inmediata de poder o reforma democrática. Su hermano Raúl Castro, el actual presidente, está absolutamente en control del Estado y del aparato militar y de seguridad que gobierna Cuba desde 1959.

Sin embargo, algo que ha sido poco cubierto públicamente es el hecho cierto de que antes de la muerte de Fidel ya estaba en marcha una transición de poder de los hermanos Castro hacia una nueva generación del partido comunista.

Pero antes de señalar quienes son esos figuras emergentes de poder, es importante señalar, que el mayor riesgo para Cuba en los próximos años no viene en el frente político (este al igual que en Venezuela está respaldado por el efectivo aparato represivo y comunicacional) sino en el campo económico. Este riesgo está representado en el posible colapso de la economía (o un cambio de gobierno hacia una administración no alineada con la Habana) de su más cercano aliado y benefactor Venezuela y por la reciente elección en los Estados Unidos del presidente Donald Trump.

Los envíos de petróleo de Venezuela (en la actualidad entre 60,000 y 80,000 barriles por día) siguen siendo la principal fuente de ingresos de Cuba reflejados en cifras oficiales como “exportación de servicios profesionales “(médicos, profesores de escuela, instructores deportivos y operativos de inteligencia) y los cuales se encuentran por encima de las remesas y el turismo. Estos podrían caer por debajo de 40,000 barriles por día en 2017 a medida que la producción de Venezuela cae por debajo de los dos millones de barriles por día.

En cuanto los Estados Unidos el tema fundamental será la nueva política de Trump hacia la isla. Durante la campaña presidencial Trump prometió recrudecer el embargo hacia la isla. Como es sabido, el embargo había sido aliviado a través de órdenes ejecutivas durante la administración del presidente Barack Obama a través de una política de normalización de relaciones diplomáticas y apertura económica -beneficiando particularmente al sector turismo de la isla y la exportación de comida desde los Estados Unidos-. Esto motivo una mejora moderada del ambiente de negocios de la isla y de la percepción de riesgo país de Cuba por parte de mercados e inversionistas que en este momento se está revirtiendo.

En estos momentos no está claro si efectivamente Trump revertirá las órdenes ejecutivas de Obama y si los vuelos comerciales e inversiones de empresas americanas en la isla, que incluyen la inauguración de dos hoteles en la Habana este año, serán afectados. Pero lo que sí está claro, es que a partir de este momento, la relación bilateral entre los Estados Unidos y Cuba no mejorara hasta tanto no exista en Cuba una verdadera apertura democrática y respeto a los derechos humanos, como lo exige el partido Republicano de Trump que ejerce el control de la Cámara de Representantes y el Senado americano.

Lo cierto es que la incertidumbre sobre cuál será la política de Trump hacia la isla (muy posiblemente línea dura) aunado a la inestabilidad generada por los temores de los mercados e inversionistas a un colapso de la economía de Venezuela (o un cambio de gobierno) frenaran las inversiones a la isla y la gradual apertura económica que había estado teniendo lugar en Cuba -a pesar de no existir voluntad alguna del gobierno de llevar adelante una reforma política democrática-.

En cuanto a la transición política en Cuba, estará tendrá lugar en 2018 cuando el presidente Raúl Castro, entonces de 87 años, deje voluntariamente el poder. Su sucesor más evidente es Miguel Díaz Canel, de 56 años, quien luego de formarse desde las provincias en los cuadros del partido Comunista de Cuba, ejerce desde 2013 el cargo de primer vicepresidente del Consejo de Estado. Sin embargo, es posible que el gobierno esté considerando otros posibles candidatos a suceder a Raúl Castro, como por ejemplo su hijo Alejandro Castro Espín, un coronel del Ministerio del Interior, su hija Mariela Castro Espín, una diputada de la Asamblea Nacional y hasta Gerardo Hernández Nordelo uno de los cinco espías Cubanos que pago condena en los Estados Unidos por espionaje y que se ha hecho muy popular en los últimos meses.

Diego Moya-Ocampos (@DiegoMoyaOcampo), es Venezolano, abogado y Analista Principal de Riesgo País y Riesgo Político de la consultora de información económica IHS Markit con sede en Londres.


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