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En profundidad
Últimamente se habla de Fintech en términos de disrupción en el sector financiero. Pero hay que destacar el impacto de este tipo de compañías en la sociedad ya que son un catalizador de emprendimiento, crean empleo de calidad y desarrollan la innovación tecnológica. España, que hoy sigue estando entre los países con mayor paro de Europa, sí cuenta con un talento innato.
Lo que ocurre es que la cultura anti-emprendimiento heredada, acompañada de una normativa adversa, pesa mucho para que los empleados por cuenta ajena o desempleados se lancen a emprender. Pensemos que hoy el sector financiero emplea a más de 200.000 personas y que desde el año 2008 ha perdido unos 70.000 empleos. Esto debería de ser un importante caldo de cultivo para el lanzamiento de startups Fintech. Pero, ¿qué se necesita para crear un ecosistema emprendedor?
La clave está en crear ecosistemas integrados y apoyados por administraciones, empresas y asociaciones, que tienen que trabajar en tres aspectos principales para su puesta en marcha. La regulación que, hasta ahora, ha podido entenderse como una barrera de entrada de competidores en el sector financiero, se va a convertir en una ventaja competitiva para dinamizarlo. Algunos países, como Reino Unido y su FCA, han sabido aprovecharla, y desde 2014 ha conseguido ser el gran polo Fintech mundial absorbiendo el 60% de la inversión europea en startups de este tipo. Por este motivo, la regulación de los nuevos modelos de negocio como son el crowdlending o el equity crowdfunding, la agilidad en el acceso a todas las actividades financieras y la supervisión adaptada a los nuevos tiempos, será diferencial para que un país lidere la innovación financiera.
Por este motivo, iniciativas como la elaboración de un Libro Blanco Regulatorio a través de un proyecto de crowdfunding, son una palanca necesaria para permitir a las distintas autoridades entender las necesidades del sector y así promover una adaptación regulatoria a las Fintech que trabajan en España.
Por otro lado, en España apenas hay seed capital, entre 0 y 5 millones, importe que estiman las grandes consultoras para las primeras rondas de inversión en este tipo de startups. Para las siguientes, el growth capital iría entre 5 y 100 millones. Hasta hace poco levantar más de 100.000 euros ya era toda una odisea. Y eso que el volumen invertido en estas compañías a nivel mundial ascendió en 2015 a más de 20.000 millones de euros. Aunque no hay datos exactos de la inversión en nuestro país, podríamos hablar de importes inferiores a los 100 millones invertidos. Bonificar la inversión en este tipo de compañías no es más que permitir que flujos de capital vayan directamente a crear valor no solo para el inversor, sino para el país.
Hay que retener el talento y evitar su continua huida. Para ello es necesario lanzar iniciativas que permitan desarrollar ecosistemas colaborativos. Hoy en España apenas contamos con una aceleradora o incubadora verticalizada en Fintech, frente a países como Reino Unido con once o Alemania con cinco. Esto hace que estos países empleen a más de 61.000 y 13.000 personas respectivamente en este sector, muy por encima de los 2.000 que hoy tiene España. Es hora de coger el toro por los cuernos y montar en España varios hub que sean, no solo la referencia del sur de Europa, sino de toda Latinoamérica. Así que no olvidemos que la regulación, la inversión y el talento serán las claves para que España siga liderando el sector financiero retail.
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