Arropan Vargas Llosa con anécdotas que prueban su influencia en la literatura

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Con el nobel de Literatura frente a frente, Carlos Franz (Chile), Juan Bonilla (España), Xavier Velasco (México), Santiago Roncagliolo (Perú) y Jeremías Gamboa (Perú), coincidieron que las novelas de Vargas Llosa marcaron su vida y su forma de entender la literatura.

En la charla “Vargas Llosa y las nuevas generaciones de escritores latinoamericanos”, dentro de la 30 Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, Carlos Franz (1959), ganador de la segunda edición de la Bienal Vargas Llosa por “Si te vieras con mis ojos” en 2016, destacó del peruano que refleja en todas sus obras “la libertad”.

En “La ciudad y los perros”, que le marcó de joven, y en todas sus novelas, dijo, “me parece ver esta lucha de la libertad personal contra los determinismos” de todo tipo.

A su vez, el mexicano Xavier Velasco (1964), premio Alfaguara 2003 por “Diablo Guardián”, dijo recordar ya de pequeño ver a Vargas Llosa en televisión, discutiendo con el escritor y activista José Revueltas y dando una lección que le ha acompañado desde entonces:

“Una vez uno es escogido por la profesión no tiene otra cosa que hacer lo que se le da la gana y amar la literatura”, dijo.

Juan Bonilla (1966), ganador de la primera Bienal de Novela Mario Vargas Llosa por “Prohibido entrar sin pantalones” (2013), recordó que fue el autor que le permitió, en plena adolescencia y detrás de un pupitre, conectar con el mundo de las letras.

A él también le agradeció “haber pasado una primera noche fuera de casa”, cuando fue a Sevilla a escuchar una conferencia suya y a que le firmara un libro.

Por último, resaltó que su bibliografía tiene “novelas totales” pero también aquellas más pequeñas que muestran “el encanto de narrar”.

El escritor y periodista Jeremías Gamboa (1975), quien publicó “Contarlo todo” en 2013 con el padrinazgo de Vargas Llosa, habló de la veneración que suscitaba en su hermana mayor el escritor peruano.

También cómo sigue leyendo “El pez en el agua” cada vez que debe inspirarse para escribir, porque estas memorias le enseñaron que todo el mundo, sin excepción, tiene algo que contar.

El autor de “La fiesta del chivo” también fue quien le hizo ver la necesidad de tener “método y disciplina”.

Santiago Roncagliolo (1975) agradeció a Vargas Llosa haberle transportado a un mundo de libros que describían su entorno, en este caso una Lima en los 80 marcada por la violencia.

Hasta entonces, dijo, “los escritores no tenían nada que ver conmigo”.

“Cuando decidí que quería ser escritor, mi abuela me dijo: ‘Pero cómo vas a ser escritor si de eso no se vive’ y yo puede responder: ‘Hay uno, y si hay uno puede haber otro’”, rememoró entre risas.

Como contrapunto, explicó que ser peruano siempre te liga a que muchos editores busquen venderte como “el nuevo Vargas Llosa”.

Ello lleva al desarrollo de una relación “bien conflictiva para mí, porque aunque lo quieras ser, no puedes. Uno tiene su propio universo”, defendió Roncagliolo.

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