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La Mérida nocturna es, hoy día, una ciudad desolada, sucia, maltratada por la desidia institucional y ciudadana. La inseguridad se ha expandido a lo largo de las parroquias y municipios que integran la entidad y, donde antes un homicidio o el robo a mano armada eran un escándalo público, hoy son el acontecer cotidiano de una ciudad acosada por el miedo al delito.
Tradicionalmente, Mérida era el estado más seguro de Venezuela. En un estudio a finales de siglo pasado, los profesores de la Universidad de Los Andes, Christopher Birkbeck, Mario Murúa y Juan Antonio Rodríguez, reportaban que la principal preocupación político-criminal en la entidad eran los suicidios -Mérida tenía la segunda tasa más alta en el país- y las manifestaciones estudiantiles. La tendencia en sus tasas delictivas tenía un desarrollo de casi una década de atraso con respecto a la total del país, representando los homicidios entre un 1% y 3% del total de los homicidios registrados a nivel nacional.
Esta tendencia varió drásticamente entre 1998 y 2004 cuando los homicidios en la entidad se incrementaron en más de 400%: pasaron de 4 homicidios por cien mil habitantes a 27 por cada cien mil.
Y aunque aún en la actualidad Mérida sigue registrando homicidios que tienen la misma representación proporcional con respecto al registro nacional de hace 20 años, cuando esta cifra se analiza hacia lo interno el panorama se vuelve poco alentador.
Según Provea, las cifras oficiales en el año 2012 indicaban que en Mérida se registraron aproximadamente 7.241 delitos, de los cuales 414 fueron homicidios, es decir, un 6% del total de delitos registrados oficialmente, relación proporcional similar a la de Caracas, donde 5% de los delitos registrados son homicidios.
La encuesta
Según el sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, Roberto Briceño-León, director del Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO) y del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), las fuentes oficiales sobre la criminalidad en el país “están totalmente censuradas por razones políticas, lo que imposibilita conocer la magnitud real de la violencia”. En esta situación, las encuestas de victimización son de los pocos termómetros de los que se disponen para conocer y aproximarse objetivamente al fenómeno, apuntó Briceño-León.
De esta manera, las encuestas de victimización son las herramientas con la que los investigadores cuentan en la actualidad para tratar de compensar el grave problema que existe desde hace unos años con la disponibilidad y validez de las cifras oficiales sobre la inseguridad y delincuencia en el país.
El Observatorio Venezolano de Violencia Mérida, y la Universidad de Los Andes, vienen aplicando anualmente este tipo de encuestas a una muestra de ciudadanos en la capital merideña, desde el año 2010, actividad que es impulsada desde la Escuela de Criminología, dirigida por el profesor Freddy Crespo, quien también coordina el OVV Mérida.
Durante la segunda quincena de octubre se aplicó la encuesta en 13 de las 15 parroquias del municipio Libertador, capital del estado Mérida. Se tomó como base poblacional a los habitantes cuya edad estuviera entre los 18 y 70 años, base sobre la cual se procedió al cálculo de una muestra aleatoria simple y estratificada según las parroquias y el peso proporcional de cada una con respecto al municipio, considerando un margen de error del 5%.
La actividad de levantamiento de la información estuvo a cargo de un grupo de estudiantes de la cátedra Análisis Estadístico Multivariante de la Escuela de Criminología de la ULA.
Los resultados
Un 54% de la muestra entrevistada manifestó haber sido víctima de un delito en los últimos seis meses, 68% de esta victimizaciones ocurrió en los últimos seis meses y un 77% de los ciudadanos victimizados lo han sido entre una y tres ocasiones durante este período. Este porcentaje de victimización es el más alto encontrado en la capital merideña en los últimos siete años, lo que es considerado por Roberto Briceño-León como muy alta, “incluso mayor a la colombiana”.
El robo representó 85% de las victimizaciones, implicando un aumento de más de 15% con relación a la cifra encontrada en 2015. Aproximadamente 44% de estos robos, constituyeron robos de teléfonos celulares, mientras que 38% fueron robos de pertenencias personales, como dinero o prendas. Llama la atención que el robo en vivienda apareció reportado por 3% de los ciudadanos victimizados, cifra que aunque baja se incrementó en 2% desde el 2015, incluyendo una novedad: el robo de alimentos.
Un 73% de las victimizaciones ocurrieron en cinco parroquias, a saber, Sagrario (23%), Milla (18%), Jacinto Plaza (13%), Domingo Peña (11%) y Spinetti Dini (8%), las cuales son, con la excepción de Sagrario, las más pobladas del municipio. En una próxima entrega el OVV Mérida presentará la georreferenciación de las victimizaciones reportadas en esta encuesta.
Los delitos reportados por la muestra en estudio, implicaron además una dinámica violenta en la que las agresiones físicas y las amenazas se hicieron presentes. 68% de las victimizaciones se cometieron usando arma de fuego. También un 68% de las victimizaciones ocurrieron de día y 42% en la tarde (entre las 12m y las 6pm), lo que en palabras de Briceño-León ocurre porque “el delincuente busca la oportunidad del delito, y como la gente ha optado por no salir en horas nocturnas, ahora el mayor movimiento es de día y el delincuente se aprovecha de ello sabiendo que es cuando la gente tiene dinero en sus bolsillos y demás cosas de valor”.
Llama poderosamente la atención que 70% de las victimizaciones registradas no fueron denunciadas, siendo la principal razón para esto que la policía no haría nada. Cuando esta cifra se considera por delito, se corrobora lo comentado en los estudios sobre la cifra negra del siglo pasado y del actual: Las personas denuncian principalmente cuando el delito implicó una pérdida o invasión de algo considerablemente valioso (como un vehículo o la vivienda), excepción que se presenta solo en el caso de los delitos sexuales.
En la muestra encuestada, la corrupción o chantaje de parte de funcionarios públicos, tuvo el mayor nivel de no denunciabilidad: ninguna de esta victimizaciones fue denunciada. Las lesiones personales (87%), el robo de celulares (86%) y el hurto (83%) constituyen los delitos que menos fueron denunciados; mientras que el robo de vehículo y en vivienda, son los dos delitos más denunciados.
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