K. Barth y la negación de la analogía

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El problema de Dios

Presentamos aqu brevemente el pensamiento de K. Barth respecto al conocimiento natural de Dios. Su posicin difiere sin duda de la de Alfaro. Sin embargo, presentamos su pensamiento por su posicin ante la analoga del ser y su dilogo con Bultmann. La exposicin que hacemos del pensamiento del telogo suizo es breve, por cuanto tratamos slo de sealar los puntos fundamentales que son, por otra parte, muy conocidos.

Ante el protestantismo liberal

Recordemos al modernismo, aquel movimiento que. nacido a principios de siglo al sentir en su carne el impacto de la crtica histrica del liberalismo y de la filosofa de Schleiermacher, Ritschl, Sabatier y otros, acab rindindose a las tesis reduccionistas del protestantismo liberal.

Sin embargo, en el campo protestante el liberalismo encontr una reaccin decidida y belicosa. Fue K. Barth el primero en reaccionar ante las tesis liberales. Su obra naci en parte como respuesta al intento liberal de reducir la fe a los moldes de la ciencia histrico-crtica y de la filosofa. Fue el prlogo a la segunda edicin de su Carta a los Romanos lo que constituy el punto de partida de un pensamiento que no rechazaba el mtodo histrico-crtico en s, sino la pretensin de hacer de l la explicacin del sentido ltimo de los escritos bblicos.

La labor del mtodo histrico-crtico tiene que ser, segn Barth, la de establecer el punto de partida, los datos, lo que es dado, apreciando el valor de las palabras, pero teniendo en cuenta a la vez que stas hablan de una realidad que est ms all de lo que se puede decir. Lo que Barth intenta es destacar el carcter trascendente del Dios de la Biblia frente al inmanentismo de la escuela liberal, y aunque en la Carta a los Romanos no define el mtodo dialctico, expresa ya en ella la oposicin radical que existe entre Dios y el hombre, la infinita diferencia cualitativa que, en expresin de Kierkegaard, se da entre el tiempo y la eternidad. ste es el infinito abismo que diferencia al hombre de Dios, el principio segn el cual Dios es el totalmente otro.

Lo que con esto pretende Barth es salvar la infinita trascendencia de la palabra divina, reconocer la prioridad absoluta de esta palabra sobre el acto del espritu humano que la escucha. Lo que Barth no puede soportar es precisamente la reduccin de la palabra divina en nombre de una hermenutica inmanentista. A Barth no le interesa tanto el mtodo como salvar la palabra de Dios. Por el talante de su teologa es radicalmente teocntrico.

Por otra parte, si Barth llega a afianzar el abismo entre Dios y el hombre es tambin como consecuencia del principio luterano de la perversin total del hombre por el pecado; perversin que Barth concluye del alcance absoluto y total de la redencin de Cristo. Que Cristo sea el Redentor total del hombre significa que ste estaba totalmente pervertido por el pecado. Que la gracia de Cristo limpie totalmente al hombre significa que ste era radicalmente pecado. Del alcance positivo y total de la obra de Cristo deduce Barth la radical y absoluta impotencia del hombre para llegar a Dios. No hay nada en el hombre que le capacite para el conocimiento de Dios.

As pues, en Barth juegan la reaccin al inmanentiosmo de la escuela liberal y el carcter eminentemente cristocntrico de su teologa, del cual, como hemos dicho, infiere la radical corrupcin del hombre por el pecado. En el hombre pecador no reconoce Barth capacidad alguna de conocer a Dios.

Resalta, por tanto, Barth la primaca absoluta de la trascendencia divina, de modo que, a diferencia del protestantismo liberal, es el hombre el que ha de sacrificarse en beneficio de la palabra divina.

En este sentido, en su obra Rudolf’ Bultman. Ein Versuch ihn Zu vertehen, ataca precisamente la inversin llevada a cabo por Bultmann en favor del sujeto con su famosa precomprensin . En efecto, Bultmann, como podemos recordar, busca la significacin existencial de la palabra divina, destruyndola a la vez como realidad objetiva y distinta del hombre. A Bultmann le importa la fe y no la historia, la significacin y no la realidad. Haciendo uso del anlisis existencial, descubre en el hombre una precomprensin, una apertura al problema de Dios que se halla implcita en la bsqueda humana de sentido. Desde esta precomprensin, trata Bultmann de interpretar la Biblia, expresando en lenguaje existencial el contenido mtico de la misma. Para Barth, en cambio, esta inteligencia previa de la palabra de Dios es un obstculo que nos impide el autntico acceso a ella. De este modo, Barth niega toda apertura previa del hombre a Dios.

Descalificacin de la religin

Es lgica la posicin de Barth en contra de la religin natural por lo que supone de capacidad natural de conocer a Dios. Afirmar la legitimidad de la religin es desvalorizar y ensombrecer la revelacin. Entre religin y revelacin hay una autntica oposicin: La religin del hombre como tal se descubre en la revelacin como oposicin a la misma. Vista desde la revelacin, la religin aparece como una empresa humana. Anticiparse a lo que Dios quiere hacer y hace en su revelacin, colocar en lugar de la obra divina el poder humano significa: colocar, en lugar de la realidad divina que se nos brinda y presenta, una imagen de Dios que el hombre mismo se ha construido obstinada y arbitrariamente.

En la misma lnea confiesa Barth que en la religin el hombre se escuda y se hace sordo a la revelacin en la medida en que se construye un sucedneo de la misma y en la medida en que se anticipa a lo que debe drsele desde Dios… Tiene poder el hombre para ello, pero lo que alcanza con este poder no es nunca el conocimiento de Dios como Dios y Seor ni tampoco la Verdad, sino una completa ficcin que tiene poco o nada que ver con Dios mismo, el antidios que realmente puede ser conocido como tal, cuando llega al hombre la verdad (de la revelacin).

En este mismo sentido, la teologa, tal como la entiende Barth, no es la teologia del y (und), sino la teologa del solamente (allein), es decir, la teologa que cuenta solamente con la revelacin y no con la revelacin y la razn.

La analoga como puente

Si la Carta a los Romanos supuso una consagracin del mtodo dialctico, la obra Fides quaerens intellectum. Anselms Beweis der Existenz Gottes seal un giro en la metodologa del telogo de Basilea, admitiendo la validez de la analoga, aunque precisa Barth que no es la analogia entis sino la analoga fidei.

Ya en el prlogo de su Kitchliclie Dogmatik rechazaba la analogia entis como invencin del anticristo: Sostengo que la analogia entis es la invencin del anticristo y pienso que es el motivo por el que uno no puede hacerse catlico. Por lo que me permito decir que todos los dems motivos que se puedan tener para no hacerse catlico son cortos de vista y poco serios.

Es verdad que en su Dogmtica afirma que predicamos de Dios atributos humanos como boca, ser, espritu y creemos saber lo que queremos decir cuando hablamos as de Dios. Ahora bien, esto no es posible, dice Barth, ni por univocidad ni por equivocidad sino por analoga. Sin embargo, advierte Barth inmediatamente que la analoga es inevitable, no porque el hombre pueda por s mismo hablar de Dios, ni porque el lenguaje humano tenga una intrnseca y natural capacidad de ser utilizado por Dios, sino por el simple hecho de que Dios ha utilizado el lenguaje humano en la revelacin. En efecto, dice Barth: Es preciso tener en cuenta que la palabra del hombre recibe concrecin de contenido y de forma por parte de Dios y se hace capaz de decir algo por el hecho y slo por el hecho de que es pronunciada con el permiso y mandato de Dios, y, por consiguiente. la semejanza que tiene con su objeto no es una semejanza arbitraria, sino la semejanza permitida y conferida por la revelacin de Dios.

Fuera de esta determinacin precisa, la analoga es informe e inconsistente y tarde o temprano termina por no significar nada. Qu no podra ser la analoga de Dios, si Dios mismo no hubiese hecho un determinado y limitado uso de su omnipotencia en la revelacin, si la analoga instituida por la revelacin no hubiese significado por parte de Dios una seleccin entre las infinitas posibilidades, si no se nos indicaran determinadas posibilidades y se nos prohibiesen otras concebibles?

Segn esto, nuestros conceptos tienen capacidad de decir algo sobre Dios por el solo hecho de que es Dios el que los utiliza. Slo por gracia de Dios puede el lenguaje humano ser utilizado para hablar de Dios y, aun en este caso, no deja de ser un lenguaje misterioso y oscuro. Claro es que el dilogo requiere, por parte del hombre, una posibilidad de comprensin de la palabra divina, pero esta precomprensin no es humana o natural, sino recibida de Dios por gracia en el mismo hecho de su alocucin al hombre. En ltimo trmino, la analogia entis es rechazada por Barth, porque eliminara la infinita distancia entre Dios y el hombre e invertira la relacin de ambos. En vez de darse una relacin descendente de Dios al hombre, habra tambin una relacin ascendente del hombre a Dios. Colocara a Dios y al hombre en una misma categora, en una categora de ser como gnero. Se dara entre el Creador y la criatura una analogia entis y con ello un superconcepto, un denominador comn, un gnero ser, que abarcara a Dios y la criatura.

Una solucin consecuente?

Ante esta concepcin de Barth, podramos decir con Bouillard que Barth parece sobreponer a una equivocidad natural una univocidad por gracia. Todo descansa en definitiva en la suposicin de que no es posible conocimiento alguno de Dios fuera de la revelacin. La analogia fidei de Barth se basa en ltimo trmino en el principio de la sola fides.

Con Barth, hemos llegado, por tanto, a la absoluta trascendencia de la palabra de Dios con un mtodo que est en los antpodas del usado por el protestantismo liberal y por el modernismo. Mientras stos disuelven la palabra de Dios en la inmanencia de la conciencia humana. Barth anula las exigencias de dicha conciencia en beneficio de la palabra divina. No es precisamente Barth de aquellos que buscan el sentido humano de la palabra divina. No es de aquellos que se esfuerzan apologticamente por acercar la palabra de Dios al hombre, sino de aquellos que, desde la soledad de los profetas, sienten como suya la trascendencia de un Dios herido en su gloria. La verdad es que no han abundado en el siglo presente profetas como Barth.

Con todo, al definir a Dios como el totalmente otro y al anular en el hombre toda apertura radical a Dios y en el lenguaje humano toda capacidad natural e intrnseca de ser utilizado por Dios, lo que queda en entredicho es la misma posibilidad del dilogo entre Dios y el hombre. Si el hombre no est naturalmente abierto a Dios, la revelacin no tendr para l sentido alguno. Si la palabra humana no puede de suyo traducir la palabra divina (aunque sea de una forma imperfecta, pero autntica), no habr posibilidad alguna de dilogo. Ni Dios mismo podra hacer inteligible su intencin dialogante a travs de un uso positivo de la palabra humana en la revelacin, si esta palabra humana no fuese intrnsecamente capaz de traducir la palabra divina. Un abismo natural de equivocidad no se salva por un decreto positivo y extrnseco. El lenguaje de Dios no ser nunca el lenguaje del hombre, si no admitimos la analoga del ser. Pero todava ms, si el hombre no puede tener otro conocimiento de Dios que el de la revelacin, sta perdera su carcter de gratuita, al ser totalmente necesaria para que el hombre tuviese algn conocimiento de Dios.

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