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Víctor Álvarez R.- En 2017, una menor actividad económica global con una mayor producción de petróleo No-OPEP mantendrá un exceso de oferta que presionará la baja de los precios. Los cambios en la matriz energética global y la difusión de las tecnologías de información mejoran la eficiencia energética y permiten producir la misma unidad de PIB con menos energía. En medio de sus tensiones internas, la OPEP tratará de recortar la extracción para recuperar los precios, aunque importantes productores prefieren que sea el mercado el que defina la cotización de los crudos, sobre todo para sacar de competencia a los petróleos caros que se extraen con la técnica del fracking. La apreciación y mayor poder de compra del dólar también repercutirá en un menor precio por barril. Estos factores frenan los precios y, en el mejor de los casos, el petróleo venezolano en 2017 se podrá estabilizar entre 50-55 $/b.
No hay viento a favor para la reactivación del PIB
La combinación de bajos precios del petróleo y una menor producción de Pdvsa prolongará la escasez de divisas. Esta restricción se sentirá aún más debido a los pagos de la deuda externa que absorben un importante porcentaje de la menguada renta petrolera. Con menos divisas disponibles se limitan las importaciones de materias primas, bienes intermedios, repuestos y maquinarias que dificultan la producción. A su vez, la voraz inflación castiga el consumo público y privado, erosiona la demanda agregada y frena la recuperación del PIB.
La actividad económica responde a incentivos, no al hostigamiento que sufre a través de controles, multas y amenazas de cárcel. Las empresas invierten si pueden vender a un precio que permita recuperar costos y obtener una ganancia razonable. Si esto no se corrige, en 2017 el PIB se mantendrá estancado y, en el mejor de los casos, registrará una leve recuperación entre 1-2%.
La espiral inflacionaria
El actual gobierno ha demostrado su incapacidad de poner en marcha una estrategia antiinflacionaria con las medidas correctas, aplicadas en el orden y a la velocidad adecuada. Creyó que bastaba con aplicar la Ley de Precios Justos y la inflación fue de 56% en 2013, 68% en 2014, 180% en 2015 y en 2016 se espera una inflación en torno al 500%. Más que medidas para frenar la inflación el gobierno intentará aliviarla a través de medidas compensatorias como aumentos de salario y bono de alimentación, los CLAP para los hogares pobres y el PAC para la clase media, así como las tarjetas de débito para depositar los subsidios directos.
Si un nuevo gobierno en vez de abordar las causas estructurales de la inflación con políticas macroeconómicas y sectoriales que reactiven la producción, corrijan el déficit fiscal y erradiquen su financiamiento con emisiones de dinero sin respaldo, también confunde la especulación con inflación y la ataca como si se tratara de un delito, mantendrá la inercia de rígidos controles, multas y penas de cárcel y así la inflación seguirá galopando a razón de 20 % mensual.
Los controles de cambio y precios
El control de cambios estimuló la fuga de divisas, arrasó con las reservas internacionales y pulverizó el poder de compra del bolívar. A pesar de este fracaso, el gobierno lo mantiene porque le sirve como un instrumento de dominación política.
Antes que desmontar el control, el gobierno unificará el régimen de cambios múltiples para vender los dólares más caros. El alza de la tasa Dicom habría oxigenado los ingresos fiscales, pero el 90% de las divisas se venden a la tasa Dipro de 10 Bs/$. Y el fisco ya no puede seguir perdiendo tanta plata porque en 2016 la contracción del PIB llegará al 10 %, muchas empresas cerrarán con pérdidas y no pagarán impuestos, la inflación informaliza la economía y crecen las operaciones de compra-venta sin factura para evitar el IVA. Para tapar semejante hueco la unificación cambiaria es lo que puede salvar al gobierno de su naufragio fiscal.
A fin de aliviar la escasez causada por los controles de precios, el gobierno importa alimentos, medicinas y productos de higiene a dólar Dipro que vende a un precio mayor que los regulados pero menor que el precio de los bachaqueros. A medida que al sector privado se le permita sumarse a estas importaciones, los productos se venderán a precios que permitan recuperar los costos y obtener una ganancia. El gobierno no va a desmontar el control de precios, pero dejará que esta dinámica de mercado deje como letra muerta la política de precios fijados en gaceta oficial.
Para reactivar la producción más eficaces son las políticas para promover la inversión que las leyes para controlar precios y limitar ganancias. La clave está en crear un ambiente propicio a la inversión productiva para que un número creciente de empresas compita en calidad y precios que beneficien al consumidor.
Liberar tasas de interés
Imprimir dinero si respaldo para financiar el incremento del gasto público atiza la inflación. Con tasas de interés controladas que no compensan el poder de compra que quita la inflación, el ahorro en bolívares no tiene sentido y esto dispara la demanda sobre el dólar paralelo que termina siendo el único refugio para proteger el poder de compra de los ahorros.
La política monetaria y financiera se debe manejar con prudencia y sensatez. Si se liberan las tasas de interés antes de que la inflación haya sido abatida, como las tasas de interés persiguen la inflación, los altos costos financieros hundirían mucho más la actividad agrícola e industrial. Primero habría que corregir el déficit fiscal sincerar el presupuesto nacional, adelantar una reforma fiscal para aumentar los ingresos, erradicar el financiamiento monetario y abatir la inflación para que luego sea viable la liberalización de las tasas de interés.
El fantasma de un default
El gobierno aún tiene margen de maniobra para pagar si suspende los convenios de cooperación energética y adelanta el cobro de facturas pendientes, reduce el gasto militar, recompra con descuento su deuda externa, reprograma el pago en divisas a las obras contratadas a Brasil, China, Irán, pignora reservas en oro y obtiene anticipos por concesiones en el Arco Minero. Pero a medida que se estreche este margen y se mantengan cerrados los mercados financieros internacionales, no le quedará otra alternativa que sentarse con sus acreedores y plantear una reestructuración preventiva de la deuda externa.
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