[ad_1]
El cártel de los soles es una expresión muy recurrida en la prensa de América Latina y en Estados Unidos, pero muy poco conocida en Europa. Si quedara demostrada judicialmente la existencia de dicha asociación criminal para la exportación de cocaína colombiana, sería aquella red que conformaría una parte de la cúpula militar venezolana en colaboración con oficiales y tropa. Un jurado de la corte del distrito sur de Nueva York declaró el pasado 18 de noviembre culpables de delito de narcotráfico a dos sobrinos del presidente venezolano, Nicolás Maduro. Se trata de Efraín Campo Flores, de 30 años, y Francisco Flores de Freitas, de 31. La pena mínima en su caso es de diez años de cárcel. Durante la vista, se produjeron varias alusiones al cártel de los soles.
Los jerarcas del chavismo tildados públicamente de supuestos miembros de la banda dicen que todo es una invención norteamericana que persigue dañar al Gobierno de Maduro. La condena de sus sobrinos políticos por planear la entrada de cocaína en Estados Unidos le toca directamente. Campo Flores fue criado por la esposa del presidente –en ciertos momentos del juicio el joven alude a ella como su madre, aunque no lo es–, Cilia Flores, quien es también tía del otro condenado por el tribunal neoyorquino, Flores de Freitas.
Más allá de esta condena que salpica a la familia presidencial y de las investigaciones que tiene en marcha la fiscalía en Estados Unidos, personalidades de relevancia y reconocimiento internacional como Óscar Arias, premio Nobel de la Paz en 1987 y expresidente de Costa Rica, aseguran que Venezuela es un narcoestado y que por ello los chavistas no se avienen a dejar el poder ni a aceptar propuesta alguna de la oposición, que clama por la celebración de un referéndum revocatorio contra Maduro.
“Lo que tiene Venezuela es un narcoestado; muchos de los altos funcionarios de ese Gobierno han estado involucrados en narcotráfico y saben qué futuro les espera cuando abandonen el poder”, advirtió Arias en recientes declaraciones al servicio de noticias Deutsche Welle. “Esa es la razón fundamental –remata el costarricense premiado por sus iniciativas de paz en los años 80 en Centroamérica– para negarse a que se haga el referendo revocatorio en ese país”.
Jhon Jairo Velásquez Vázquez, alias Popeye, el que fue el jefe de sicarios del rey de la cocaína Pablo Escobar, líder el cartel de Medellín en los ochenta y primeros noventa, usa curiosamente planteamientos muy parecidos a los de Arias. Velásquez lleva más de un año lanzando desde su canal de YouTube, con casi 200.000 seguidores ya, continuas acusaciones contra la cúpula política y militar venezolana. “Chávez logró en Venezuela el sueño que Pablo Escobar tenía para Colombia: convertirla en un narcoestado”, afirma a La Vanguardia Popeye, el asesino confeso de más de 250 personas y que hoy se presenta como activista contra la corrupción tras pasar 23 años en la cárcel por sus graves delitos. Según este antiguo miembro del cártel de Medellín, todo el asunto del cártel de los soles (en referencia a las insignias que lucen los generales para fijar su grado) empezó cuando las FARC, que habían dado apoyo económico a Chávez, quisieron recuperar la inversión cuando el coronel bolivariano llegó al poder. Las FARC querían exportar cocaína desde Venezuela. Según Velásquez, a mediados de los años noventa y después de que esa maquinaria se pusiera en marcha con el permiso de Chávez, una parte del generalato venezolano quiso entrar también en el negocio.
Popeye no tiene inconveniente en citar –lo ha hecho en muchos de sus vídeos– al expresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y hoy diputado Diosdado Cabello como el jefe del supuesto cártel de los soles, algo que el político chavista niega en redondo y por lo que se ha querellado contra algún diario. El nombre de Cabello salió citado varias veces durante el juicio a los llamados narcosobrinos de Maduro.
[ad_2]
fuente