El acuerdo de paz polarizará la campaña de las presidenciales en 2018

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Infolatam
Madrid, 23 de noviembre de 2016

(Infolatam, por Rogelio Núñez)-. Juan Manuel Santos va a ver aprobado el acuerdo de paz con las Farc en el Congreso colombiano pero esa rúbrica no va a acabar con la polémica. El uribismo va a mantener sus duras críticas en el legislativo y luego lo convertirá en su bandera con vistas a las presidenciales de 2018.

Santos y su equipo negociador, así como la guerrilla de las Farc, han apretado el acelerador para ver ratificado el acuerdo en solo 40 días (entre el 2 de octubre y el 12 de noviembre) y ahora se aprestan a que el Congreso lo apruebe sin necesidad de pasar por una siempre desgastante campaña y posterior plebiscito.

El presidente de Colombia aseguró este martes pasado que, tras escuchar varias propuestas, decidió que el Congreso de la República es la instancia democrática más idónea para refrendar el nuevo acuerdo de paz: “Es claro que la vía más conveniente y legítima es a través del Congreso de la República, donde están representados todos los sectores políticos del país”, explicó Santos y añadió que esta instancia al ser elegida mediante el voto popular “representa a todos y cada uno de los departamentos del país”.

La idea es acelerar los tiempos para evitar posibles incidentes entre las FFAA y la guerrilla que pudieran derrumbar el acuerdo e hicieran saltar por los aires el cese el fuego.

También, no exponerse a una nueva derrota en las urnas e igualmente evitar que Santos recogiera en diciembre el Nobel de la Paz sin que la paz estuviera ratificada.

La paz en el centro de la campaña para las presidenciales

De esta forma, Álvaro Uribe y el uribismo, adalides del “No”, se han quedado fuera de la discusión sobre el nuevo acuerdo dado que el santismo, mayoritario en el legislativo, aprobará sin problemas en el Congreso lo hablado en La Habana.

Esto deja a Uribe, muy reforzado tras vencer en el plebiscito, el camino libre para convertir el rechazo al acuerdo en su bandera electoral para los comicios de 2018. Querría haberlo hecho en un nuevo referendum, como él mismo explicó, pero no ha podido ser.

“Nosotros hemos dicho, de acuerdo con la palabra que empeñó el Presidente de la República y de acuerdo con la sentencia de la Corte Constitucional, que se debe acudir es a la refrendación popular, bien sea de todo el acuerdo o por lo menos de esos temas sensibles sobre los cuales no hay acuerdo”, ha explicado Uribe.

Por lo tanto, la pelea se trasladará a las presidenciales donde Álvaro Uribe aspira a que el uribismo se convierta en la fuerza hegemónica opositora al legado santista.

Y eso espera lograrlo gracias a los réditos que le otorgue su postura a favor del “No” en el plebiscito frente al resto de fuerzas que rodearon a Santos y su posición en favor del “Sí”: Liberales, conservadores, Partido de la U, Cambio Radical, Verdes y la izquierda.

Todo el espacio del “No” ha quedado libre para que lo ocupe el uribismo que sabe que parte con una base electoral de 6.430.308 (aquellos que se inclinaron por el “No”, que fue la opción más respaldada).

Con ese caudal de votos y esa capacidad de movilizar al electorado, Uribe espera que su partido, Centro Democrático, pueda ganar las presidenciales de 2018. Ya en 2014 el uribismo, con Óscar Iván Zuluaga como presidenciable, venció en la primera vuelta y solo en segunda Santos dio la vuelta al resultado.

Ahora para 2018 el uribismo, como fuerza radicalmente opositora, aspira a reunir todo el voto antisantista y, por lo tanto, contrario al acuerdo de paz.

Así pues entre 2016 y 2018 los duelos entre el santísimo y el uribismo se van a repetir. Primero ha sido en torno al plebiscito (2016) y luego, en 2018, por la herencia de Santos, cuando tengan lugar las elecciones.

Uribe y la campaña contra el acuerdo

Su partido, Centro Democrático, no le llevará a él como candidato pero sí a un uribista. Además, Uribe ya ha demostrado dos veces (en 2014 y 2016) que no es necesario que él sea el candidato a nada para derrotar a sus adversarios.

Álvaro Uribe ha vuelto a confirmar que es el mayor líder y fenómeno político de la historia reciente de Colombia. Al margen del Partido Liberal se hizo con la presidencia en 2002.

Logró arrinconar a la Farc durante su gobierno cuando la guerrilla años antes habían colocado al Estado colombiano al borde del colapso. Tras reelegirse en 2006, previo cambio constitucional, dejó en 2010 a su heredero, Juan Manuel Santos en la presidencia.

Con todo el aparato del Estado en contra tras su ruptura con Santos, creó de la nada un nuevo movimiento, Centro Democrático, que fue el partido más votado en la primera vuelta de la presidenciales de 2014, donde Uribe no era candidato pero apoyaba a Óscar Iván Zuluaga.

uribe votacionAhora en 2016 ha liderado junto con Andrés Pastrana el “No” y sin lugar a dudas es el gran triunfador al lograr reunir bajo su bandera a más del 50% de la población que se acercó a votar.

Quizá la totalidad de esos 6.424.385 que rechazaron el acuerdo no sean uribistas pero sí lo son muchos y, sobre todo, este éxito refuerza a Uribe que además puede captar votos en la abstención (que superó el 60%).

La analista Juanita León destaca que “el triunfo del No es una victoria para Álvaro Uribe, la cara más visible del No y quien logró darle un lenguaje y exacerbar el rechazo de los colombianos a las Farc y al Gobierno y al giro que le dio Juan Manuel Santos al curso de la Seguridad Democrática. Pero quizás su popularidad no lo explique todo. Después de 52 años de infligir daño a la población, la gente le pasó la factura a las Farc, que salvo en las últimas horas no logró tener la humildad de pedir perdón a los colombianos y de comprometerse a reparar a las víctimas con su plata. No se puede hacer todo lo que se hizo y salir como si nada luego. Sus actos dejaron huella. Y en este momento no tendrán la excusa de la manipulación mediática para explicar este resultado puesto que en este caso la propaganda se puso a su favor”.

La fortaleza del uribismo contrasta con la debilidad de la coalición que respalda a Santos. La Unidad Nacional va a sufrir en los próximos meses fuertes tensiones internas. Sobre todo entre quienes respaldaron el “Sí” de forma decidida (el Partido Liberal y el Partido de la U) y quienes lo hicieron de forma más fría y crítica (Cambio Radical y su presidenciable, el actual vicepresidente Germán Vargas Lleras).

Vargas Lleras no tuvo mucha participación en la Campaña y se negó a que su partido, Cambio Radical, actuara bajo la dirección de César Gaviria, un liberal que ejercía de director de la Campaña por el “Sí”.

Ellos van a tener que combatir los argumentos de Uribe quien siempre ha sabido leer muy bien el clima y el estado de la opinión pública colombiana. Del colombiano medio en concreto: “Lo que el Gobierno ha pactado en La Habana es tan grave que nuestras reformas no bastarán para decir claramente: el terrorismo no sale a cuenta. No lograremos eliminar del todo ese dañino premio al terrorismo. Somos conscientes de que la situación del país exigirá hacer concesiones, aceptar cosas que nos disgustan profundamente”.

 

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