Las maniobras de Álvaro Uribe contra la paz

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El ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, es un líder diestro en marrullas y retóricas, un intérprete del estilo y de los métodos siniestros de hacer política a punta de mentiras y tergiversaciones, tal como el ex presidente colombiano Laureano Gómez. Uribe es la reencarnación política de ese líder de la ultraderecha confesional, protagonista de la violencia política colombiana que hizo inviable el país en los decenios del 30 al 50 del siglo XX.
El ex presidente Uribe como alumno aventajado del laureanismo, se ha caracterizados en ser un político que busca que el país continúe viviendo en una polarización permanente para sacar provecho electoral. Un politiquero, calculador y sagaz en campañas engañosas para mantenerse en el poder, un auténtico caudillo de ultraderecha, autoritario, clientelista y camandulero.
Sus propuestas de paz no buscaban el fin del conflicto, sino cómo ponerle un palo a la rueda del proceso de paz. Su petición de mantener las discusiones abiertas apuntó a mantener la incertidumbre sobre la refrendación del acuerdo, en el limbo su implementación y de paso la reinserción de los 7 mil guerrilleros de las FARC a la vida civil. 
Como se sabe, el gobierno colombiano, después de extenuantes jornadas con los voceros del No, concretó más de 400 propuestas, 700 páginas de comentarios y precisiones, organizadas en 27 ejes temáticos. Documento llevado a La Habana para discutir el nuevo acuerdo con las FARC (firmado este jueves en una sencilla ceremonia efectuada en el Teatro Colón de Bogotá). Se elaboró un nuevo acuerdo que recogió el 90% de las propuestas del No, donde las FARC admitieron las incorporaciones de las propuestas del No. Finalmente los Pastores de las Iglesias Cristianas se declararon satisfechos. Sin embargo, nada de lo que se pactó satisface a los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, al ex procurador Alejandro Ordoñez y a la ex ministra de Defensa Martha Lucia Ramírez.
En un proceso de negociación de paz es impensable que todos los planteamientos que se llevan a una mesa de negociación sean aceptados literalmente por la contraparte como pretendían los cuatros mosqueteros del No. Seguir insistiendo, como los hicieron los líderes del No, con cárcel para los guerrilleros y negar su participación política en el Congreso de la República, no eran propuestas realistas para un proceso de paz. Las maniobras políticas del ex presidente Uribe y sus aliados solo buscaron dilatar y bloquear la refrendación del acuerdo. Es claro que sus egos, vanidades y cálculos electorales están por encima de la reconciliación entre los colombianos.
Uribe, Pastrana, Ordoñez y la ex ministra Ramírez se autoproclamaron propietarios de los votos del No y con ello armaron una especie de chantaje al gobierno sobre una mayoría que no representan. El acuerdo de paz se convirtió en el caballito de batalla de las metas electorales de los precandidatos presidenciales del Centro Democrático, el partido político del ex presidente Uribe: Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque Márquez y Óscar Iván Zuluaga. Es evidente que para los tres el acuerdo de paz fue un trampolín para hacerse más visibles. 
Es increíble que en un país donde el 63% de los ciudadanos aptos para votar no votó, y solo lo hizo el 37% en el plebiscito, una minoría que optó por el No, que representa menos de siete millones de colombianos, se erija como la vocería mayoritaria, aunque solo sean menos del 14% de los 48 millones de colombianos. El ex presidente Álvaro Uribe y el ex procurador Alejandro Ordoñez, revestidos de una aureola de dudosa «mayoría», hablan y actúan con la arrogancia de los reyezuelos medievales.

El ex presidente Uribe lo que buscó en el fondo es que se llegara a un gran acuerdo político nacional que permitiera sacar del acuerdo una ley de punto final. Una ley que permita la impunidad y que se oculten las atrocidades de los responsables de los crímenes asociados a los desplazamientos, el despojo de tierras, los falsos positivos y el paramilitarismo.

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El ex presidente Uribe como alumno aventajado del laureanismo, se ha caracterizados en ser un político que busca que el país continúe viviendo en una polarización permanente para sacar provecho electoral. Un politiquero, calculador y sagaz en campañas engañosas para mantenerse en el poder, un auténtico caudillo de ultraderecha, autoritario, clientelista y camandulero.
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