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Publicado en: Opinión
Recibo una llamada del exterior, después del intercambio de saludos, al otro lado surge una afirmación con voz inquietante “no entiendo lo que pasa en Venezuela “Respondo entre bromas y veras, no te preocupes aquí tampoco se entiende mucho. Me permití la chanza con mi hija mayor que está en el exterior, al igual que la mayoría de los venezolanos en su situación, siguen atentamente los acontecimientos de la actualidad nacional.
Mi respuesta aludía a la polémica, al desconcierto e incertidumbre presentes en parte importante del país opositor por los resultados de la segunda reunión entre le gobierno y la Mesa de la Unidad. No fueron solo los “guerrilleros del teclado” -como los bautizo Teodoro- quienes siempre desde sus cómodas posiciones se valen de cualquier ocasión para descalificar a la MUD, esta vez la insatisfacción se expresó mucho más allá de los partisanos de internet, abarcando sectores que siempre han apoyado la gestión de la alianza unitaria.
Aproximarse a comprender las razones de tal inconformidad, posibilitará superar fallas del diseño y comunicación de las acciones políticas en la presente coyuntura. En nuestra opinión debe intentarse entender el fenómeno, distanciándose de las conductas arrogantes e intolerantes que se colocan a la defensiva a priori. La dirección está en la obligación de escuchar las críticas y asumir los errores -tal como hizo Carlos Ocariz- para poder conducir con acierto un proceso tan complejo como el que le corresponde gerenciar.
Constituye un error generar expectativas que luego no se corresponden con la realidad. Importantes voceros de la oposición contribuyeron a promover exageradas esperanzas en los resultados de esta segunda conversación, hay quienes esperaban cuando menos un punto de inflexión, sino un desenlace instantáneo, casi definitivo. De allí la decepción que invadió a quienes expectantes vieron sus perspectivas frustradas al conocer los documentos emanados del encuentro.
No puede constituir el rol de la MUD “la misión de superar sus expectativas” tal como reza el slogan que promociona una dama, en una reiterativa cuña radial, la venta de propiedades en Miami. La lucha social y política -como todo en la vida- no es un un continuo de ascensos, es un proceso que supone avances y retrocesos.
En verdad hay párrafos de ambos escritos que no pueden ser calificados de felices, sin embargo por algunos errores u omisiones – que todos lamentamos- no se puede desconocer la trayectoria y evidentes logros y éxitos alcanzados gracias a la alianza unitaria. Examinar los desaciertos no constituye tan solo un sano ejercicio de autocrítica, supone también asimilar la lección para no incurrir de nuevo en ellos.
Se hace un flaco servicio a la causa unitaria si solo admitimos como dogmas de fe todas las orientaciones de la MUD, si defendemos automáticamente y en forma acrítica todas sus ejecutorias.
Las anteriores apreciaciones las hacemos desde la estimación que la Mesa de la Unidad pese a sus debilidades, fallas, carencias e incluso errores, ha sido imprescindible para alcanzar la mayoría que hoy se ha conformado. Si la MUD no existiera habría que inventarla. Rechazamos categóricamente las conductas que desprecian los logros y pretenden sustituir la actual alianza, sin poseer fuerza ni plataforma, sino las proclamas insurrectas en ciento cuarenta caracteres.
No nos cansamos de reiterar que concebimos la unidad como un proyecto estratégico, para alcanzar el cambio político, reconstruir la institucionalidad y el desarrollo del país en paz. Ninguna individualidad, organización e incluso alianza parcial puede asumir con éxito las complejas y exigentes tareas que demanda la lucha por el cambio. Las naturales divergencias en una coalición plural y sumamente diversa, no niegan la necesidad imprescindible de la unidad de propósitos, de conducción y de acción. Requisitos indispensables para avanzar y triunfar.
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