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El tiempo no lo podemos retroceder los venezolanos, infinidad de cosas hemos visto sucederse en esta Venezuela gobernada por el fanatismo, los sin razón, la desmesura, los radicalismos y los odios, los resultados una sociedad y país roto y quebrado no sólo en materia económica, financiera, industrial, sino roto en lo social, lo moral que es tanto o peor que los daños materiales.
Sin embargo, no podemos quedarnos en la apología de este proceso perverso, nadie desconoce los daños producidos a lo largo de estos años y repito el tiempo no lo podemos retroceder pero el mismo no puede pasar en vano, la sociedad venezolana, toda sin excepción debe y debemos aprender de este laboratorio perverso, de una nefasta gestión que convirtió a uno de los países más ricos de América Latina en un país menguado, de hambre, miseria y donde los venezolanos se convirtieron en inmigrantes.
Recuperar al país, su democracia, su institucionalidad, su civismo no es cosa de algunos partidos, de la MUD o el PSUV, de la iglesia, de los sindicatos, gremios, medios de comunicación, universitarios, empresarios y demás, sino precisamente de todos y fundamentalmente constituye una tarea de los ciudadanos. La inmensa mayoría de desmanes y excesos se han cometido porque hemos sido permisivos, indolentes, indiferentes, hemos asumido la crítica y la responsabilidad en ciertos hechos y decisiones de manera intermitente, y nos olvidamos que la democracia requiere ciudadanía activa y que la democracia se construye, se profundiza y a la vez se deteriora y destruye cada día, razón por la cual la democracia supone procedimientos, controles o limites, pesos y contrapesos, reglas de juego, constitución, instituciones sólidas y demás.
De tal manera que la sociedad venezolana le corresponde en medio de una crisis inédita por su magnitud, aristas e implicaciones sortear varios desafíos en la necesidad de recuperar el tejido e institucionalidad democrática, en medio de un clima de polarización, tensión, desconfianza y demás. El momento es histórico y estelar no sólo por lo que está en juego, en términos de preservar la débil institucionalidad democrática, la necesidad de avanzar en agendas que permitan recuperar la convivencia ciudadana y valores asociados a tolerancia, respeto, pluralismo, civismo en un clima altamente desconcertante, de desconfianza, animadversión y polarización , precisamente en esta delicada e inédita situación y por su gravedad es que el país y especialmente los sectores que legítimamente se oponen y adversan a este régimen y gobierno han buscado un dialogo con mediadores, entre ellos monseñor Celli en representación del vaticano, los ex presidentes Fernández, Pastrana y Rodríguez Zapatero , de organismos internacionales como Unasur y por supuesto de diversos actores políticos, los resultados de este dialogo son controversiales, el gobierno y sus representantes ratifican su condición autocrática y colocan no a la MUD sino a la sociedad venezolana en un escoyo.
El país nacional requiere definiciones, no podemos seguir en esta situación de estrés colectivo, de pesadilla permanente diurna y nocturna, de ingobernabilidad, con una democracia que languidece e instituciones precarias, y un gobierno que violenta el ordenamiento jurídico y desmejora la convivencia y calidad de vida de los venezolanos de forma sostenida.
Se violenta el ordenamiento jurídico constitucional a diario, y lo hace el gobierno con el apoyo tácito del Tribunal Supremo de Justicia, instancia que lo que menos hace es ser garante de la legalidad y el Estado de derecho, ejemplos por doquier, desde el bloqueo y nulidad decretada de todas las iniciativas y leyes de la AN, pasando por el boicot al Referéndum Revocatorio, el derecho a la participación y soberanía popular, hasta el fulano decreto de emergencia económica que no había su justificación y que la Constitución Bolivariana habla de 60 días y una única prorroga y la primera semana de enero 2017 cumplirá un año, decreto y prorrogas que no han producido nada positivo.
Creemos que en paralelo a la coyuntura política que en su momento precipitará una salida constitucional o supra constitucional, se precisa una agenda en materia económica que asuma muy en serio revertir el déficit fiscal de 20% del PIB; lo referido al control de precios, improductividad, una inflación de 3 dígitos altos y un diferencial cambiario de 2600% con graves distorsiones. Hemos señalado a partir de la consideración de versados economistas y analistas que Venezuela no puede producir un cambio de modelo y sociedad sino asume ciertamente un conjunto de acciones de:
Política macroeconómica, orientadas a disminuir la tasa de inflación;
Política fiscal basada en una sostenibilidad fiscal, aspecto que demanda el balance del presupuesto y sus fuentes de financiamiento, mejorar la eficiencia del gasto público, reducir la vulnerabilidad fiscal;
Política monetaria, urge recuperar el valor del signo monetario o moneda, la confianza y capacidad de ahorro, aspecto vinculado a contar con una arquitectura fiscal y monetaria cónsona con la estabilidad económica;
Política petrolera, es urgente lograr un tipo de cambio competitivo para estimular justamente a los sectores transables distintos al petrolero con un papel técnico y central del BCV en el manejo de la tasa de cambio; a lo cual se le suman una conjunto de política sectoriales en petróleo, industrial, capital humano, política social y afines como rasgos de un nuevo modelo viable, moderno, eficiente.
No pintan fáciles los últimos días del año 2016 por la cantidad de elementos y variables que condicionan la crisis venezolana. Sin embargo, algo hay que tener muy claro, y es que más allá de voces o poses apocalípticas que hoy cuestionan a la oposición, a la MUD, incluso denigran el haber asistido a un dialogo, el país requiere como en ninguna etapa anterior de su gente, de sus ciudadanos, de verdaderos políticos que conduzcan con acierto la transición política y económica que se reclama, transición política y económica que más temprano que tarde sucederá. No hay antecedentes de una crisis de esta magnitud como igual no hay antecedentes de un gobierno y régimen tan nefasto e irresponsable, las sociedades no se suicidan y estamos transitando los días finales de este oprobio.
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