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Publicado en: Opinión
La Presidencia del Trump no dejará de ser un reality show, donde al más puro estilo El aprendiz, ya le veo espetar un rotundo “¡estás despedido!” al Sr. Maduro
Hace algunos meses lancé una predicción: Mr. Trump sería el candidato Republicano y luego se convertiría en el nuevo Presidente de EEUU. No fue una aseveración calculada porque no la hice depender de números o encuestas. Bastó ver cómo el Sr. Trump personificaba “The American Dream“, para anticiparlo. Desde que salió a la palestra con su arenga “vamos por una muralla entre EEUU y México”, desdiciendo además de la inmigración azteca, de la latina y otras, el White collar americano (nacionalista, cansado del establishment, patriota, pragmático, ramplón y vulnerable al acoso terrorista, dentro y fuera de su país), predije que Trump no sólo había dado en el clavo emocional del 68% de la población votante en EEUU, sino que había causado una explosión en ambos partidos, sentenciando un asunto muy sensible: “ Los políticos son un desastre, nos despojaron, y yo vengo a rescatarlos”. Mas nada hizo falta. Hablar poco y repetir mil veces: “Hagamos a América grande otra vez”. Simple.
Después de pronosticar (Marzo 2016), que Trump ganaría la convención republicana, comenté en TV abierta y en mi columna (‘Trump los lleva por una sola calle/ El Universal 25/08/16), que “estábamos en presencia de un van wagon; de un tren expreso indetenible, camino a Pensilvania Av. Nuestra predicción no se basó en simpatía por el Sr. Trump. De hecho -sin caer en tremendismos- fui del análisis que Trump carecía de la prudencia y madurez política para sentarse en la oficina oval a centímetros de un “botón rojo”, y para armonizar una sociedad dividida. Su oponente (Clinton) representaba lo contrario. Una vetusta barcaza de siete mares. Una “maratonista burócrata” de percepción avejentada, de costados oxidados y filosos. Cómo en los deportes, en política ir sobre-entrenado, no es bueno. Un político demasiado comprometido con el poder por muchos años, genera stress, desconfianza y agotamiento en los “espacios de interacción”. Eso lo comprendió una opinión pública que buscaba un out sider…Y el voto silente habló (Dixit Lipman), eligiendo a quien mejor se posó en la pasión (no en la razón) y en el estómago (no en los brazos) del pueblo americano.
El Trump pendenciero, irreverente y suma cero como candidato, no será el Trump Presidente. Median palmarios check and balance para que él desafíe (y destruya), su destino político (y corporativo), de reputación siempre frágil. Obama deja un país resentido, dividido, con un sinsabor de delgadez-de lo cual se aventajó Trump, apelando a un grueso defensor “de la ley del revolver” y la 2da. Enmienda-por lo que tiene camino abierto (por ahora) a mantener su irreverencia. El muro viene (más estrecho y corto, pero viene). La desregulación de la banca está en remojo. La revisión del NAFTA, de la OTAN, de las relaciones US-Rusia y otros acuerdos bilaterales está a la vista, y predecir una política de deportaciones no exige ser profeta. Para hacer grande América otra vez, es decir, asegurar América para los americanos ?again -sic-?Trump apelara a la ignorancia deliberada (Willful blindness) hacia las sub-regiones. Sin duda, un acumulado localista que traerá tensiones en medio de reformas proteccionistas y desmontajes de Obama policies. En medio de estas tormentas, Venezuela y Cuba, vendrán a la mesa.
Como lo señalé, la inmadurez política de Trump (en proceso de superación o incubación), lo conducirá a catalizar careos y provocar confrontaciones locales y externas. Ello no impide que sea un buen “aprendiz” de moderación. Con relación a Venezuela me atrevo adelantar, no al día siguiente de entrar en la casa blanca pero si en la agenda, fijará una dura posición contra el ?gobierno de Caracas, el cual en su campaña describió como opresor, concediendo apoyo a “la gente buena de Venezuela que vive en su gran mayoría en el Doral”. El “honey touch” con que ha manejado Obama el asunto Venezuela, así como el Cubano, puede tener sus días contados cómo en efecto los tiene el Obama Care. Veremos a un Trump desafiante y crítico, actuando también cómo out sider de la comunidad internacional, a la cual veo decirles, ‘señores Venezuela es un desastre…y si Uds. permiten que siga agitando sus países, háganlo, pero no lo permitiré contra mi país’. Misma medicina -soberana y nacionalista- ahora del imperio a Miraflores. Algo así como ¡Rojos go home!. Y la tiene fácil para hacerlo. Primero no favorecerá compra de Petróleo a países OPEP y segundo, los aliados tradicionales de Venezuela (antillanos y Boli-comprados), temerán quedar aislados de EEUU (lo que no temieron con Obama). La política internacional de Obama se condujo a manos caídas con LATAM, dejando los caminos abiertos a Putin, Raúl o Chávez, para hacerse de sus feudos en patio trasero. Ahora Trump se apresta arar en esos terrenos, con “diplomacia” con unos (Rusia, China), reversión o ignorancia con otros (México, Cuba), cautela con Chile, Brasil, Perú o Argentina, y firmeza contra Venezuela o Colombia, y su relajo con la paz (¿?).
La Presidencia del Trump no dejará de ser un reality show, donde al más puro estilo El aprendiz, ya le veo espetar un rotundo ¡estás despedido!” al Sr. Maduro. Amanecerá y veremos. Falta poco…
@ovierablanco
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