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La osteoartritis o artrosis es una enfermedad crónica con un gran impacto en la vida del paciente que la sufre, ya que afecta especialmente la movilidad y calidad de vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la artrosis es una de las diez enfermedades que más discapacidades causan en el mundo.
Debido al aumento de la esperanza de vida y al envejecimiento de la población, la presencia de este trastorno degenerativo no hará más que acrecentarse.
En 2030, 67 millones de adultos mayores de 18 años padecerá alguna forma de artritis y un 37% de estos tendrá limitaciones en su actividad, según las estimaciones realizadas para Estados Unidos.
Cómo tratar la enfermedad
Las opciones terapéuticas para tratar la artrosis dependen en todo caso de lo avanzada que esté la enfermedad.
Las primeras etapas pueden ser tratadas con condroprotectores orales, antiinflamatorios e infiltraciones intraarticulares, que van normalmente acompañados de terapias no farmacológicas, como musculación, rehabilitación física, pérdida de peso, entre otros.
El cuidado de las articulaciones es clave en la prevención del desarrollo de esta patología. Así, los condroprotectores orales son una buena alternativa con eficacia clínica probada. Entre ellos encontramos fármacos como el condroitín sulfato, el sulfato de glucosamina y el ácido hialurónico.
Al igual que el colágeno, son sustancias endógenas que forman parte del cartílago y del líquido sinovial que lubrican nuestras articulaciones.
Todos ellos tienen una eficacia clínica parecida a la de los antiinflamatorios, pero la salvedad reside en que su efecto dura mucho más tiempo: hasta dos o tres meses después de terminar el tratamiento.
Información de agencias.
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