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Cuatro años, un mes y dos días tiene José Pullas sin consumir crack. A los 9 años probó el alcohol; luego vinieron la nicotina, la marihuana, el Mandrax (un sedante adictivo) y la cocaína. Probó de todo hasta llegar a la “piedra”, pero aseguró que ya está limpio. Este jueves 10 de noviembre, a sus 52 años, Pullas se paró frente a la Nunciatura Apostólica junto a otros 10 indigentes para pedir a la Iglesia que no se olvide de quienes están en situación de calle.
“Nosotros, los indigentes y hermanos en situación de calle, alzamos nuestra voz para ser escuchados y para solicitad salud, alimentación y seguridad. Se nos violan nuestros derechos y en nuestro país no existe una política social que nos tienda la mano. La Misión Negra Hipólita, un programa gubernamental sin frutos, cierra sus puertas por falta de comida, medicina, insumos, personal”, reza el documento que entregó Pullas junto a otros.
Firmado de su puño y letra, el hombre que pasó 38 años deambulando de La Vega a El Paraíso y de Chacaíto a Altamira en busca de un techo reconoce que los últimos meses que estuvo en la calle fueron los más difíciles: la indigencia y la delincuencia se han multiplicado. “Yo cambié porque me decía: ¡Te vas a morir como un perro!”, dijo.
La doctora Marietta Rea, quien se ha abocado a dar de comer a personas en situación de calle, fue quien organizó la movilización hasta la sede de la Nunciatura Apostólica, ubicada en Los Caobos. “Aquí se lucha por todo el mundo, pero nadie sale a luchar por ellos (los indigentes)”, aseguró desde las puertas de la entidad eclesiástica.
Rea afirmó ser testigo de cómo la pobreza se ha propagado por las calles caraqueñas en los últimos meses. “Las personas en situación de indigencia ahora se quejan y dicen que ya no pueden comer donde antes comían porque ahora hay gente que se alimenta de lo que consigue en la basura“, expresó.
Una de ellas es Karina Niño, que va desde las calles aledañas a la Universidad Central de Venezuela hasta Chacaíto para hurgar entre los montículos de desechos. Sin embargo, Niño no va sola. Va con sus hijos de cuatro meses en el vientre. Desde las entrañas, los morochos reclaman comida. Ella, que quedó sin casa apenas salió embarazada, trata de calmar el hambre con lo que consigue en la basura.
“Yo fui para la Negra Hipólita, pero ahí lo tratan a uno pésimo”, dijo sobre el programa social creado por el presidente Hugo Chávez en 2006 para combatir la indigencia. Sin tener a dónde acudir, Niño se ampara en las comidas que da la doctora Rea junto con otras voluntarias todos los sábados.
Comer de la basura le causa angustia por su embarazo, por eso se hace sus chequeos en la Maternidad Concepción Palacios regularmente. “Yo no voy a dejar que mis muchachos pasen trabajo”, dijo tajante, pero sin saber cómo librar a los suyos de la situación en la que ella está.
Luis Campos ya no pule pisos como lo hacía antes. Tras la muerte de su esposa, cayó en el alcoholismo y perdió el techo que lo cobijaba. Ahora es parquero y se rebusca entre Altamira y Bello Monte para poder comprar algo de pan.
Aseguró que dejó de buscar refugio en asilos y casas, pues sus amigos le dicen que todos están copados o que no tienen los recursos para poder atender la demanda, ni siquiera las iniciativas sociales promovidas por el Estado. “A la Misión Negra Hipólita nosotros le decimos Negra Hipócrita“, dijo. Este jueves, 10 de octubre, también fue a firmar el documento entregado al Nuncio.
Rafael Llovera, de 52 años, igualmente estuvo entre los que exigió a la Iglesia que interceda por ellos para hacer valer los derechos humanos a los indigentes. Desde hace 12 años está en la calle y duerme en Chacao. Si durmiera en Libertador, advirtió, correría el riesgo de que funcionarios de la Misión Negra Hipólita lo llevaran “a la fuerza” a una casa.
La incorporación del Vaticano a la mesa de diálogo motivó a los indigentes a movilizarse hasta la Nunciatura Apostólica. Llovera fue el primero en poner su firma en el comunicado y espera que sus llamados no queden en el olvido, como hicieron las instancias sociales a las que podían acudir anteriormente.
“Primero ellos van a solucionar lo de ellos (Gobierno y oposición) y, si acaso, piensan en nosotros. Pero eso se va a quedar nada más en pensar”, expresó Llovera. “Yo no soy chavista ni escuálido, soy un indigente pasando trabajo”, exclamó, a las puertas de la Nunciatura.
Fotos y videos: Iván Reyes
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