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Sabrina Martín
Al régimen de Nicolás Maduro le gusta llenarse la boca asegurando que en Venezuela hay un gobierno cívico militar, cuando lo más apropiado sería afirmar que es “cínico militar”.
Es que el cinismo tal cual lo define la Real Academia Española se acopla con creces a lo que ha sido su comportamiento constante: “la desvergüenza en el mentir o la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”.
Y no hay otro mandatario en memoria reciente que haya demostrado qué tan lejos se puede ir en actitudes cínicas.
Qué mayor demostración de cinismo que el nuevo programa radial de salsa que conduce ahora Maduro.
Mientras la vida de miles de venezolanos corre peligro por no poder conseguir medicamentos o tratarse diferentes dolencias, el susodicho presidente no tiene mejor idea que estrenar una nueva radio estatal llamada Miraflores.
Lo hace solo para satisfacer su gusto musical y demostrar una falsa alegría que contrasta con la infelicidad y angustia que día a día enfrenta el pueblo.
Mientras Maduro muestra al mundo sus “habilidades” de bailarín, millones de venezolanos pasan por una odisea con interminables filas para poder adquirir los alimentos básicos regulados.
Son cientos los venezolanos que hurgan en la basura para poder llenar su estómago y evitar morir desnutridos. Pero tenemos patria y Maduro baila salsa.Pero para el gobierno cínico-militar todo esto no es suficiente para mostrar su supuesta “felicidad” en vísperas navideñas.
El pasado dos de noviembre anunciaron con bombos y platillos que al puerto de La Guaira llegaron 700 contenedores repletos de juguetes, productos y artículos para abastecer a las jugueterías. Sin embargo, en ese mismo puerto y un día después, se reveló que las autoridades venezolanas dejaron vencer la mitad de un cargamento de medicamentos donados desde Chile.
¿Cuáles son las prioridades de Nicolás? Solo un cínico las entiende
Si olvidar al mandatario bailando salsa ya era difícil, olvidar que prefiere llenar jugueterías antes que farmacias y mercados, será imposible; pero olvidar el cinismo con el que se burla de la Iglesia católica será imperdonable.
El pasado domingo 30 de octubre inició un diálogo entre el chavismo y la oposición. En su intervención durante el evento, Nicolás Maduro habló de “paz, amor y entendimiento”.
Horas después, como si nada, el mandatario calificaba de terrorista al partido opositor Voluntad Popular sin mostrar prueba alguna. Acto seguido, amenazó con encarcelar a Freddy Guevara, su coordinador general.
Esto es cinismo a flor de piel, cinismo del bueno. Nicolás no esperó ni 48 horas para comenzar a ofender el diálogo y a los mediadores que se supone de buena fe participan en él.
Peor aún, uno de los dialogantes por el chavismo es Jorge Rodríguez, el alcalde oficialista del municipio Libertador, el mismo que una semana antes comandó a una bandada de delincuentes para que ingresaran de manera violenta y amenazante a la Asamblea Nacional.
De un momento a otro Rodríguez se convierte en supuesto garante de paz. Pero decir que son pocos los ejemplos sería cínico de mi parte y prefiero continuar.
Este miércoles dos de noviembre el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, anunció que ahora será la Fuerza Armada Nacional Bolivariana la que se encargará de la distribución de medicamentos y demás insumos en todos los hospitales públicos del país.
Lo que se le olvidó mencionar fue que en este momento en los hospitales militares de Venezuela no hay cirugías electivas por falta de insumos.
Otro caso: al reciente llamado a huelga general a la que convocó la oposición venezolana como protesta, el gobierno respondió amenazando que tomaría las empresas que se sumaran a la medida.
Así es, Nicolás Maduro amenazó con expropiar empresas que pararan, cuando la mayoría de las expropiadas por el gobierno cínico-militar hoy se encuentran paralizadas.
Pero el último ejemplo desenmascara la verdadera naturaleza del régimen: este jueves tres de noviembre Maduro afirmó acerca de la oposición venezolana: “Ni con votos ni con balas entrarán más nunca en Miraflores”. Pareciera que el mandatario olvidó que quienes intentaron tomar el poder a la fuerza en 1992 fueron ellos, cuando con un tanque militar tumbaron los muros del palacio presidencial. Curioso es que estos mismos golpistas hoy en día están en el poder y gracias a los votos de los venezolanos.
No tienen vergüenza, no sufren de pena y no les cuesta nada mentir. Este es, sí, un régimen manejado por militares, pero de la mano del cinismo y la burla hacia todos los venezolanos.
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